Mes de la Fraternidad
En el mes de la Fraternidad, es importante precisar los conceptos que nos impulsan, las ideas, que trascienden los nombres y se proyectan al futuro. Les dejo para el debate un esbozo de nuestros principios fundamentales. El relanzamiento programático, organizativo y comunicacional debe darse a partir de una discusión de corte ideológico-conceptual, que hoy debe retomarse:
¡Lo que ha sido y siempre debe ser el APRA!
Existen dentro de la interpretación del aprismo y de la deformación del mismo por parte de algunos estancados en el Antiimperialismo y el APRA (mal entendido) numerosos mitos que circulan dentro del universo del PAP. En tiempos de desorden y falta de línea política partidaria es menester dejar sentada nuestra posición respecto a lo fundamental y permanente en la obra de Haya de la Torre. A pesar de tener más de 9 décadas de accionar en la política continental y de haber realizado actos cuestionables por algunos sectores, muchos de los mismos con muy mala intención por cierto, existen principios que siempre han regido nuestra esencia doctrinaria y nuestra actividad pública.
En estos momentos de desorientación es donde debemos centrarnos en desarrollar una estrategia y un programa, en sentar posición frente a lo que ocurre con las medidas que implementa un régimen que ha prometido mucho, pero que viene dando tumbos con políticas y lineamientos que no termina de entender y armonizar. Pero para pronunciarnos con eficiencia sobre la realidad política y la coyuntura es fundamental previamente aclarar ciertos puntos que nos definen; motivado por ello escribo este breve artículo donde intento esbozar lo que a mí opinión son los ocho principios fundamentales del aprismo en la perspectiva histórica y que hacen de nuestro movimiento un fenómeno singular dentro del concierto de las ideologías a nivel indoamericano y mundial.
En mi opinión los pilares fundamentales de la doctrina aprista, aquellas columnas sobre las cuales se sostiene toda la construcción detallada de la ideología que cincelaron Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor Orrego, Manuel Seoane, Luis Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox y los demás fundadores son: soberanía del pueblo, justicia social, integración continental, defensa y perfeccionamiento de la democracia, antiimperialismo y revolución constructiva, partido escuela, realismo y relativismo y finalmente el ser un frente de clases.
En cuanto al concepto de la soberanía del pueblo éste está ligado al ideal republicano mismo que grafica la superación de la medieval teoría del poder emanado por designio de fuerzas sobrenaturales o deidades hasta llegar a lo que creemos hoy en día : el poder emana del pueblo. Por lo tanto el garante de que éste principio de mantenga es en última instancia el pueblo mismo, de aquí nace el derecho a la insurgencia popular. Es por esto que nuestra prédica de fraternidad con todos los peruanos y de defensa de la democracia no es incompatible por ejemplo con lo acaecido el 7 de Julio de 1932 en la famosa y heroica Revolución de Trujillo, pues no intentamos defenestrar a un gobernante legítimo e imponer una dictadura aprista que imponga a sangre y hierro su programa, sino que pretendíamos derrocar a un tirano para llamar a elecciones generales, justamente para devolver al pueblo la soberanía que la dictadura le había cercenado con medidas autoritarias extremas.
Es decir, cuando algún tirano o una fuerza foránea pretenden trastornar o pervertir el encargo del poder que el pueblo deposita en un gobierno, aquel está facultado a levantarse en armas para recuperar su soberanía y para devolverle su vigencia a la república. Este principio fundamental del aprismo nos emparenta con las luchas de los pueblos por la emancipación y la consolidación de las repúblicas en el mundo entero y además nos relaciona íntimamente a las luchas independentistas de nuestro continente, al ideal bolivariano, al esfuerzo de José Faustino Sánchez Carrión versus la tendencia de la monarquía constitucional que propugnaban San Martín y Torre Tagle. Este ítem clave en la constitución del aprismo lo hace universal, siendo hermano espiritual de la revolución francesa, de la independencia de los Estados Unidos, etc y por ende nos da vigencia a la luz de los tiempos.
El segundo principio fundamental del aprismo es la búsqueda permanente de la Justicia Social, en ese aspecto no creemos en una sociedad con profundas brechas sociales, creemos en un sistema que otorgue posibilidades de desarrollo a todos por igual, creemos que también desde el Estado podemos y debemos promover políticas públicas que vayan orientadas a brindar salud, educación y servicios que eleven la calidad de vida de los indoamericanos, queremos insertar a aquellos hermanos menos favorecidos por el proceso de la globalización y el mercado en las dinámicas políticas, económicas y sociales, no creemos en la construcción cuasi artificial de zonas liberadas o reducciones donde se niegue la idea del mestizaje y de la oferta de la tecnología, esto sin embargo no debe pervertir la identidad cultural de la localidad.
La justicia social en términos apristas está regida por la máxima que Haya de la Torre dictara en un famoso discurso de los años 40´s: “Hay que crear riqueza para el que no la tiene, no quitarla al que la tiene”. Debemos entender que ésta justicia social no es revanchista, ni es radical, es consensuada, pero no por ello claudicante y arraiga dentro de sí misma el concepto de desarrollo y progreso y no el de confrontación. Debemos entender y luchar porque cada reforma económica y social tenga su correlato en el ámbito político generando además de satisfacción de necesidades básicas una plataforma desde la cual se originen nuevos derechos que paulatinamente irán satisfaciéndose ya sea por la acción del estado o por las conquistas mismas de la población con las nuevas herramientas de bandera de nuestro proyecto aprista : educación y tecnología para todos, la tan mencionada Revolución Tecnológica que también avizorara el Viejo León.
Nuestro tercer punto es la Integración Continental, el aprismo nació como un movimiento continental que pretendía hermanar a las repúblicas del continente para hacerle frente a la embestida del imperialismo que sojuzgaba naciones y las dividía en base al dinero y a las armas. Se ha olvidado los esfuerzos de Manuel Seoane con la Unidad Latinoamérica y de Andrés Townsend con el Parlamento Latinoamericano que delinean el interés del aprismo por ser una corriente de pensamiento que propugne la unidad de la raza cósmica indoamericana. Con el APRA en el gobierno también hemos asumido de manera equivocada, a mi entender, que la tarea de la integración compete exclusivamente a los estados no dándole importancia a los partidos hermanos en este proceso. Más allá de acuerdos comerciales está tratar de impulsar la unidad en base a ideales de transformación social y fraternidad con nuestros vecinos.
En este punto creo que debemos repensar y evolucionar nuestra idea primigenia de la integración como mera estrategia defensiva respecto a la dominación que puedan ejercer potencias foráneas de nuestro continente, debemos pasar de esta premisa a una propositiva que es, al margen de la “actitud” de los imperialismos, esbozar la ruta de la unidad como una vía para el desarrollo común de los pueblos, tratando de dilucidar con claridad las ventajas productivas de unos sobre otros para crear un sistema unificado e integrado que le dé fuerza de primer orden a Indoamérica. Esta tarea es ardua y requiere de la planificación estratégica democrática a escala continental y el apoyo al fortalecimiento de las democracias y de sus partidos defensores en todos los países miembros de nuestra comunidad.
El cuarto pilar fundamental que les expongo es el de la Defensa y perfeccionamiento constante de la Democracia, éste principio está relacionado a entender a la democracia no sólo como un sistema donde se participa cada determinado número de años para la elección de representantes sino además en un esquema que promueve la participación y la fiscalización constante por parte de la sociedad civil en la vida política nacional. La tarea del aprismo está íntimamente ligada a la defensa de la libertad, pero va aún más allá, se propone hermanar los conceptos de libertad integral con el de justicia integral, sin sacrificar uno por otro. Esto lo que Víctor Raúl denominó Democracia Social. Nuestra defensa no es sólo a las elecciones libres y transparentes sino que incluye además a todas las instituciones que soportan la democracia con el fin de que extiendan sus alcances a todos los planos en los cuales es menester desarrollar valores y calidades de ciudadanía.
Por otro lado entendemos la democracia como un sistema en constante perfeccionamiento puesto que la revolución tecnológica ofrece cada día alternativas de desarrollo mayores a la humanidad ó posibilidades que excedían incluso nuestra imaginación en años anteriores. Es por ello que, por ejemplo, el internet, se ha convertido paulatinamente en un derecho que el aprismo debe intentar hacer llegar a todos los rincones de la patria pues pone al alcance de todos una mayor velocidad en las comunicaciones, acceso a la información y al conocimiento, base de la construcción de una ciudadanía integral y además base de una libertad real. Por ello concluimos que a más innovación tecnológica existen más derechos por los que luchar y a más derechos que otorgar al pueblo, por consiguiente, la democracia tiene que seguir perfeccionándose de manera infinita. Es por ello además que este sistema alberga en su seno la posibilidad dialéctica de redefinirse bajo los parámetros de la libertad y la participación incorporando asuntos que en principio podrían sonar incluso suntuosos. He ahí una tarea que mantiene siempre al aprismo activo y vigente.
Nuestro quinto ítem fundamental es entender la revolución como fenómeno inherente al proceso histórico de la humanidad pero de manera constructiva y entender al imperialismo como una política sin asociarlo de manera necesaria con un rostro o una bandera. La revolución entendida como la entendió Haya de la Torre y como la sustentaron los fundadores del aprismo no era más que la aceleración de la evolución, es decir un ímpetu por el desarrollo y el progreso de los pueblos, de manera intransigente y enérgica, pero sin caer en la demagogia ni en la violencia. La revolución por eso es dentro del aprismo constructiva y no destructiva como en el marxismo ortodoxo; se relaciona además con la tecnología y su avance irrefrenable, “la revolución tecnológica” que nos brinda mayores opciones de bienestar y de erradicación de la marginalidad y la pobreza, pero la tecnología puesta al servicio de las mayorías, no centralizada por una élite que trafica y se enriquece con ella.
En esa misma ruta tenemos que entender el antiimperialismo, no caer en la tentación de asociar al fenómeno del imperialismo a una determinada bandera, ya que en principio las multinacionales de ahora tienen en su constitución capitales de muchas nacionalidades y además incurriríamos en sendas contradicciones puesto que los gobiernos y las políticas de las potencias cambian con frecuencia, ya lo decía Haya hace mucho acerca de los presidentes de EE UU apellidados Roosevelt: Theodoro del Big Stick no es lo mismo que Franklin de la Good Neighbor policy. Por lo tanto entendemos al imperialismo como una política posible de ser adoptada en la práctica por cualquier gobierno aventajado, incluso sea éste una súper potencia mundial o una potencia de rango continental o regional. En tal sentido la Venezuela chavista tiene por cierto muchas actitudes imperialistas que debemos denunciar y condenar, o estar atentos al aprovechamiento económico que pueda realizar Brasil de sus posibilidades de inversión y las condiciones como albergamos las mismas. Por lo tanto condenamos las actitudes imperialistas en el mundo entero y las enfrentamos con nuestra actitud y nuestra propaganda antiimperialista, el aprismo por ende es propositivo y libertario, no ortodoxo ni xenófobo.
El sexto principio que hace singular al APRA es entenderse a sí mismo como un Partido Escuela. Debemos recordar que antes de ser Partido, incluso antes de ser un movimiento continental fuimos la sublime conjunción de estudiantes y obreros, ¡el frente único!, aglutinados alrededor de la idea de las Universidades Populares “González Prada”, para llevar conocimientos a los sectores populares del país, ofreciendo el saber y conocimientos técnicos a quienes el Estado no se los otorgaba. Este asunto es trascendente puesto que es una labor democratizadora y de inserción social ya que en las UPGP tenían talleres donde también se enseñaban oficios que le valían a los alumnos el poder generarse su sustento. La máxima que reglamenta este rasgo aprista es “El que sabe, enseña y el que no aprende”. Debemos luchar por recuperarnos en este terreno ya que hemos dejado hace mucho de ser escuela forjadora de consciencia nacional y no le proveemos a los sectores que aún no alcanzan altos índices de desarrollo herramientas para mejorar su calidad de vida. El aprismo ejerce su liderazgo social mediante la educación popular y su representatividad en gremios como los estamentos universitarios, sindicatos y organizaciones populares, todos ellos relacionados a nuestra primigenia idea de la Universidad Popular.
El séptimo concepto que delinearemos será el del aprismo entendido como doctrina relativista y realista. Nosotros conceptuamos que la filosofía está íntimamente relacionada con la física, con la naturaleza y la interacción que realizamos como especie con ella. Por ello reconocemos que las disquisiciones filosóficas están íntimamente relacionadas con el conocimiento de la física que podamos tener a la mano, producto del avance de la ciencia y la investigación, es por ello que nos adscribimos al concepto de la relatividad de Albert Einstein, en la medida del análisis de éste de que los tiempos y las distancias son relativas de acuerdo al punto de vista del observador, cuestión que revoluciona la ciencia y que hace caer al determinismo que se registraba con Newton hasta entonces. Hoy ciertos aspectos de la teoría de la relatividad están en discusión, es pues menester nuestro reflexionar que aspectos de nuestro basamento filosófico tenemos que replantear. El pensamiento aprista se enriquece con la investigación, en constante zanjamiento con el estancamiento intelectual y el dogmatismo escolástico.
Cabe además precisar que somos un movimiento realista pues todos los objetivos que nos trazamos están demarcados por un frente social que tiene metas consensuadas de acuerdo al medio donde se desempeña. Hacemos política pensando en sublimes ideales pero actuamos en el día a día con sentido de la realidad avanzando en la medida de las posibilidades que nos ofrece la coyuntura en pos de ir afirmando cada instante un paso más hacia la conquista de la libertad y la justicia integrales. No construimos utopías que las queremos conquistar rápidamente en base a la sangre y a la violencia. Haya de la Torre fue ante todo un político de realidades.
El octavo y último principio clave que define al aprismo como un movimiento peculiar es el de ser un frente de clases, esto quiere decir que el APRA no promueve, a diferencia del marxismo, la lucha de clases ni la dictadura de un sector sobre los demás para imponer sus reformas o su programa. El aprismo cree en la construcción de un proyecto de unidad nacional, con el concurso de todos con miras a buscar el desarrollo de los más necesitados. No promovemos ni la violencia ni el enfrentamiento entre peruanos. Debemos a su vez en este punto detallar que nuestra característica de frente de clases va ligado no a una idea marxista de las clases sociales, si no a entender que existen diversos sectores dentro de una misma sociedad, que a su vez se interconectan y se redefinen día a día y que además pueden colaborar desde sus propias posibilidades en mayor o menor medida a la prosperidad nacional. Este ideal de unidad de la patria se logra a nivel emocional o espiritual añadiéndole otra categoría importante que es la de la Fraternidad, que no es un uso ó un código partidario cómo algunos apristas lo entienden sino más bien una propuesta para todos los peruanos en busca de una identidad sólida, autónoma, orgullosa de sus raíces y optimista de su porvenir, donde el respeto, la solidaridad y la libertad son piezas claves en la construcción de una sociedad superior.
Debemos pues, luego de este somero análisis, entender cuáles han sido los hilos conductores del aprismo por más de ocho décadas y cuáles han sido las motivaciones y los rasgos por los cuales hemos podido no sólo diferenciarnos de otras alternativas políticas sino que además hemos podido subsistir a pesar de las persecuciones, tiranías , calumnias y chantajes de los enemigos de la democracia y el pueblo. Debemos seguir impulsando estos principios y no descansar hasta verlos convertidos en una elevada realidad. Además de ello es nuestra misión histórica como promoción no permitir que ninguna administración partidaria cercene o pervierta nuestras características básicas alejándonos del corazón del pueblo ni de sus consciencias, sitial y mandato sagrado que se selló con la sangre de nuestros antecesores, que no añoraban más que la construcción de la patria grande de pan y libertad.
Por último, y esto será materia de un artículo completo, quisiera dejar sentada claramente mi posición respecto a la autonomía del aprismo respecto a modas y a tendencias dizque universales de pensamiento.Debemos reafirmar que el aprismo es una doctrina y una política originales y autónomas. Se aprecia de una manera perniciosa que muchos jóvenes apristas por mala información creen que el aprismo es socialdemócrata ó está adscrito al pensamiento socialdemócrata. Debo mencionar que en los orígenes del aprismo está inherente el grito de originalidad latinoamericana que clamaba por una voz propia tanto en las letras como en el pensamiento político para nuestro continente. La socialdemocracia no sólo es europea sino que además está centralizada y tiene parámetros muy endebles de admisión (el partido de Gadafi, el tirano libio recientemente derrocado y abatido, era durante un buen tiempo miembro de la Internacional Socialista). Además, la socialdemocracia ha llevado a cabo en Europa muchísimas de las políticas imperialistas que cómo voz antiimperialista debemos denunciar y rechazar, aparte de llevar al mencionado continente a un estado de crisis financiera que está haciendo posible el resurgimiento de movimientos de extrema derecha.
Tengamos pues compañeros orgullo de nuestro gran Partido y no seamos felipillos de nadie ni colonos mentales, ni mucho menos nos sometamos a los esquemas de aquellos que pretenden, bajo la invitación de la ayuda y la colaboración, envolvernos en sus esquemas y en sus usos que responden a otro espacio tiempo histórico y que además entendieron el devenir del mundo mucho después que el aprismo. Cabe recordar algo que muchos parecen haber olvidado que es que en sus orígenes el aprismo estaba en profunda discrepancia con la II Internacional y con la III Internacional, estando incluso más cerca de la segunda que de la primera. En ese sentido nuestra adscripción como miembros de la Internacional Socialista debe ser revisada, ya que el paso dado por Haya de la Torre de incluir al APRA como observador fue un movimiento previsorio y prudente, sentando además siempre su lejanía con nuestros amigos europeos, por diferencias conceptuales y de espacio-tiempo. ¡Observadores sí, miembros no!
Enrique Valderrama
26/10/2011
26/10/2011
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