¿Nuevo o tradicional?
Por: Moisés Panduro Coral
No es que el JNE se haya tumbado la candidatura del señor Guzmán, el candidato moradito a quien muchos señalan como el ahijado del humalismo. Lo que el JNE ha hecho es ratificar una resolución de uno de sus órganos revisores que declara improcedente la inscripción del Tribunal Electoral de su organización política como instancia interna que supuestamente condujo y realizó las elecciones en las que se definió la candidatura presidencial del ex viceministro del gobierno conyugal.
Ésa decisión será comunicada al Jurado Especial (Lima Centro) que, en consonancia con el acuerdo del JNE, tendrá que dictaminar si procede o no la inscripción de una candidatura que ha levantado justificadas suspicacias por los gigantescos dividendos que un eventual triunfo suyo podría redituar en favor de no muy santos intereses nacionales y extranjeros. La inscripción procederá si este Jurado Especial decide aceptar las regularizaciones hechas a las irregularidades observadas, que según dice el señor Guzmán se hicieron en una (real o falsa) asamblea extraordinaria (fuera del plazo, fuera de lo común) de dicha agrupación. Y no procederá si no lo acepta, así de sencilla es la cosa.
Levantado hasta los altares por las encuestadoras que, en alquiler a grandes medios y a ciertos grupos oligárquicos, juegan su propio partido en esta campaña electoral, el ex animador y discurseador de las actualmente inexistentes “juventudes” nadine-humalistas, busca sacar provecho de la situación de espera en la que se encuentra y de la que él y su entorno -y nadie más- son directamente responsables, para marketearse como una víctima sacrificada del establishment político, como un mártir inocente de los políticos tradicionales, léase apristas, que en su decir ígnaro han gobernado la nación.
No es tal, por supuesto. Quienes han gobernado el Perú en estos últimos veinticinco años años son precisamente los que al igual que el señor Guzmán, se presentaron, en su época, como lo novedoso frente a lo tradicional, como pulpines frente a dinosaurios. Repasemos: en 1990, aparecieron dos “nuevos”, Fujimori y Vargas Llosa, frente al tradicional Alva Castro, ganó el primero porque fue más mentiroso que su oponente en segunda vuelta. En 2001, Toledo fue visto como el “nuevo” y el “luchador” frente al corrupto Fujimori -que había renunciado un año antes- y al tradicional Alan García, su directo contendor.
El 2006, Humala representaba el “nuevo” frente al endeble Toledo y al tradicional Alan García, pero éste, gracias a Dios, le dio vuelta en la segunda vuelta, sino el chavismo hubiera hecho del Perú su satélite. El 2011, todos los candidatos presidenciales eran “nuevos” o ex colaboradores e hijos de los “nuevos”, no había tradicionales, mejor dicho no había candidato presidencial aprista. Ganó el “nuevo” Humala y ya ven como estamos, pues nuestro país se encuentra en bajada. En resumen, en estos 25 años, los “nuevos”, es decir los improvisados, los informales, las creaciones mediáticas, han gobernado el Perú tres veces: Fujimori (11 años), Toledo (5 años), Humala (5 años). Los tradicionales han gobernado una sóla vez: Alan (5 años), y no lo hicieron mal.
¿Quien tumbó al señor Guzmán, por lo menos en esta instancia? Pues nadie, él se tumbó a sí mismo. Siendo hijo de la informalidad y de la improvisación era perfectamente previsible que se estrelle, en algún momento, contra algún parámetro legalista –válido para todos y no sólo para él- que otros candidatos sí han sabido sortear. Como vemos, lo “nuevo” no debe ser sólo un rostro, una edad, una ola, una creación mediática. Lo “nuevo” tampoco es garantía de un buen gobierno para el Perú.
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