sábado, 27 de octubre de 2012

EN DEFENSA DEL VOTO PREFERENCIAL

(Critica a Fernando Tuesta)

Por Eduardo Bueno León

Fernando Tuesta ha escrito "lo que nos deja el voto preferencial", texto contradictorio, que da por hecho la eliminación del voto preferencial. Suponemos que debe estar de asesor de los ministros que están impulsando su eliminación y promoviendo la llamada "alternancia" de género, mecanismo aparentemente equitativo, que en realidad es una nueva forma de discriminación.

Pero concentrándonos en el voto preferencial, observamos que toda la reflexión de Tuesta, descansa en un supuesto falso. Afirma que este tipo de voto debilita el sistema de partidos. Su eliminación, los volverá "mas institucionales".

La debilidad del sistema de partidos no se debe al voto preferencial, se debe al caudillismo de los "jefes" vitalicios que permanentemente están desestitucionalizando a los partidos, cambiando y acomodando normas y reglas, imponiendo a sus favoritos, practicando el populismo y el autoritarismo más desembozado, usando a los partidos como tapadera de sus corruptelas y congelando todo intento de renovación y democratización. A veces descaradamente, usan a las fundaciones extranjeras para implementar procesos de "modernización" como el Partido Aprista y Perú Posible, peso las usan para legitimar diseños que reconsolidan su control autoritario sobre las organizaciones.

De hecho el voto preferencial, con todas sus limitaciones, en la práctica ha funcionado como mecanismo que permite el control ciudadano sobre las decisiones de las cúpulas y líderes vitalicios de los partidos. Ha logrado vincular el ánimo ciudadano a la elección de la representación. Y en doble sentido. Por un lado cambiando el lugar de las preferencias "reubicando" a los candidatos de las listas establecidas o pactadas por las dirigencias. Y por otro funcionando como termómetro de apoyo o popularidad de candidatos propuestos.

Las mismas cifras que cita Tuesta lo demuestran. Y vale la pena recordar que aproximadamente un tercio de los ciudadanos que concurren a votar usan el voto preferencial, por lo tanto las modificaciones producidas no afectan el total de la lista, solo un porcentaje, con lo cual la lista presentada por las cúpulas se mantiene en su mayoría. Pero los electores, tienen la posibilidad democrática de modificar las listas. Por lo tanto, el voto preferencial no afecta la llamada "institucionalización" de los partidos, al contrario, legitima la representación en su sentido democrático más amplio.

Llama la atención como Tuesta, ningunea los procesos de selección interna de candidatos en los partidos. Literalmente dice " El resultado de la elección interna no debe causar grandes dolores de cabeza, pues es meramente referencial y no vinculante. Al final, luego de acuerdos de los dirigentes y el jefe del partido, la lista que se inscribe no tiene que ver con el resultado de la elección interna"

Entonces ¿Para que están las elecciones internas con mandato firme en la Ley de Partidos Políticos? ¿Son las elecciones internas meras simulaciones? ¿No es esa la causa real de la temida debilidad del sistema de partidos?

Creemos que este sesgo evidente de Fernando Tuesta se debe a que en el 2004 estuvo como observador vigilante de la ONPE en las elecciones internas del Partido Aprista. Ese congreso terminó en una trifulca donde hubo empujones, marchas, discursos airados en las escalinatas de Alfonso Ugarte, evidenciando un partido aprista bastante faccionalizado. Alan García impuso a Mauricio Mulder de Secretario General "institucional", buscando neutralizar a Jorge del Castillo (que controlaba el aparato). El Jorgismo se movió y buscó lanzar a Carlos Roca para competir con Mulder, entonces intervino Alan García y "vetó" a Roca, ordenándole a la ONPE que lo retirara de la lista de candidatos.

Tuesta obedeció mansamente, no sabemos si abrumado por la mirada de asesino de Alan García (días después lanzaría su famoso puntapié a un ciudadano), que personalmente intervino en la parte final del congreso, o porque el solo era un "neutral" administrador de resoluciones externas. En todo caso, la calidad de "observación" de la ONPE quedó desvirtuada.

Otros argumentos de Tuesta en contra del voto preferencial, son polémicos. Por ejemplo, el "riesgo" que lleguen al congreso actrices o locutores. ¿Y? ¿Desde cuando los congresos son elititistas? en gran medida reflejan lo que es un país. En EEUU, eligieron de Gobernador en Minessota a un actor, locutor y hombre de la lucha libre, el conocido Jesse Ventura, rompió el bipartidismo y tuvo éxito. La banalización de la política no la producen los candidatos mediáticos, sino los programas televisivos en búsqueda de rating. Y lo mismo ocurre con las minorías étnicas o de diversidad sexual que son ridiculizadas en espantosos programas, que han llamado la atención de estudiosos de medios en América Latina. El Perú es un caso muy extremo donde impunemente se demuele a la política, su representación e instituciones con programas cómicos.

Tuesta insiste en otro argumento falaz, porque unos candidatos electos congresistas, por acción del voto preferencial, terminan en escándalos, entonces todo el voto preferencial es malo. Con ese criterio, una sentencia judicial mala, descalifica a todo el poder judicial y a todos los jueces. En el Congreso peruano - y la mayoría de los congresos en todos los países- siempre "cuelan" sinvergüenzas pero el propio congreso tiene sus mecanismos de control y sanción, que incluyen el desafuero. Lo negativo, es la impunidad.

Lo mismo ocurre con el argumento de la "falta de experiencia" de los congresistas electos por acción del voto preferencial. En México y Costa Rica no hay reelección consecutiva de congresistas ni voto preferencial y la "falta de experiencia" de los congresistas no es mayor problema para el trabajo parlamentario. Además, cada vez es mayor la tendencia a que el congreso co-legisla con el Ejecutivo (Gobiernos divididos en el presidencialismo), por acción de la delegación legislativa. La "falta de experiencia" se compensa con la colaboración ejecutivo-legislativo en la formulación de normas legislativas. También ocurre con el modelo parlamentario, donde el gabinete termina imponiendo al Parlamento su agenda.

Y en ningún caso, la "falta de experiencia" se debe al voto preferencial o listas abiertas.

En lo que si tiene razón Fernando Tuesta, es en la sobre exposición de la propaganda y la publicidad de los candidatos que buscan promocionar su número preferencial. Efectivamente se produce una suerte de sobre exposición, que genera "bloqueo" y se pierde la fuerza del mensaje concreto del partido. Pero ello puede regularse a través de la ley, y no tenemos que acabar con el voto preferencial. Más aún, cuando en algunos países se comienza a proponer su uso para darle más poder al ciudadano. Es el caso de México y la propuesta para elegir a los candidatos plurinominales al congreso.

No se fortalece la institucionalización de los partidos eliminando el voto preferencial, al contrario se fortalecen a las cúpulas, a los "jefes" vitalicios y se deja sin control la oligarquización de las organizaciones partidarias.

Finalmente, puesto que los ministros humalistas han propuesto de forma simultánea la eliminación del voto preferencial y la "alternancia" de género en las listas, es evidente que todo forma parte de una estrategia política que busca identificar el empoderamiento femenino con la cada vez más desembozada aspiración de la primera dama a la candidatura presidencial. Así no se hacen las grandes reformas políticas y electorales.

La "alternancia" de género sin voto preferencial en las listas, aumentará la presencia femenina en el Congreso peruano. Con ello supuestamente, se avanzará en la equidad de género, pero no se garantiza que la condición de la mujer trabajadora o de las jefas de familia mejore, pues ello se relaciona con las condiciones económicas y laborales, no con la representación congresal. En términos de salario, seguridad social, educación y condiciones de trabajo, manda el modelo económico neoliberal, no la paridad o equidad de género.

Pero incluso, si efectivamente, se busca la equidad y no solo el empoderamiento electorero de género, debería también promoverse bajo un principio de justicia a las minorías étnicas, a los representantes de la diversidad sexual, a los discapacitados, bajo el paraguas de la "alternancia" en las listas, y no dejar que los partidos-cúpulas decidan al respecto.

Si aprobamos la alternancia, considerando dentro de ella a las minorías étnicas, los discapacitados y la diversidad sexual, manteniendo el voto preferencial, entonces, efectivamente podríamos ampliar el sistema de representación social y cultural, sin renunciar al derecho de elección directa de los ciudadanos.

(FIN)

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Lo que deja el voto preferencial
 
Jueves, 25 de octubre de 2012 | 4:30 am

Por Fernando Tuesta
Una persona que quiere llegar al Congreso, no pertenece a un partido y nunca ha hecho política pero, por interés por el bien común, querer tener estatus o motivado por intereses pecuniarios, puede con un poco de ingenio, recursos y algo de suerte, formar parte de los 130 congresistas de nuestro tan criticado parlamento.

Es claro que el aspirante debe de tener, por ejemplo, recursos económicos, obtener uno de los primeros puestos de la lista, tener influencia o ascendencia en un grupo profesional, social o sindical, haber tenido una visibilidad pública como deportista, persona del mundo de los medios o, por esas casualidades, algo que llame la atención de los medios. Si este aspirante tiene una o varias de estas características, uno o más partidos le ofrecerán un lugar en sus listas.

En pocas palabras, los candidatos no tienen lazos firmes con los partidos sino, salvo excepciones, efímeras. Por eso vemos a candidatos que han postulado a tantos partidos, como elecciones en las que participa. Es decir, las identidades partidarias cuentan poco.

El resultado de la elección interna no debe causar grandes dolores de cabeza, pues es meramente referencial y no vinculante. Al final, luego de acuerdos de los dirigentes y el jefe del partido, la lista que se inscribe no tiene que ver con el resultado de la elección interna.

Contra lo que algunos argumentan, aquí la ubicación del puesto en la lista sí importa. Una revisión del comportamiento de los electores en el uso del voto preferencial en Lima, en las tres últimas elecciones, demuestra que mayor es la posibilidad de ingresar si el puesto se acerca al primero de la lista.

De los 21 partidos que ingresaron al parlamento entre el 2001 y 2011, en 17 ocasiones ingresó el que ocupaba el número uno, 15 veces el número dos, 12 veces el número tres, 7 veces el número cuatro, 9 veces el número cinco, en 4 oportunidades el seis y nueve. El resto, en menos de 3 oportunidades. Es más, los que ocuparon los puestos 14, 15, 17, del 23 al 29 y del 31 al 34 nunca ingresaron. Los únicos que ingresaron, estando en el último lugar de la lista, fueron Martha Chávez, Javier Valle Riestra y Guido Lombardi, personajes altamente conocidos. Ciertamente, conseguir un puesto expectante requiere recursos, redes y contactos con quienes finalmente deciden.

Salvo el símbolo, el candidato presidencial y alguna consigna en común, el aspirante a congresista se lanza de manera individual, a la caza del voto entregando, al lado de productos (polos, útiles escolares, del hogar, etc.), un conjunto de promesas que difícilmente pueda cumplir y que están alejadas de su función parlamentaria.

Pero lo distintivo, es que deba ser distinto a cualquiera de su lista. La estandarización de los mensajes atenta contra el éxito de conseguir votos, porque su compañero de lista es un competidor directo por escaños. Esto produce grietas y heridas al interior de la lista partidaria.

Sólo en Lima, en el 2011 compitieron 13 listas parlamentarias por 36 escaños, al lado de 11 listas presidenciales, lo que suma poco menos de 500 campañas electorales simultáneas. Es imaginable el ruido comunicativo que esto produce y la dificultad para cualquier elector de decidir su voto. En esta pugna por un lugar en el espacio público los medios, especialmente la televisión, moldean la campaña espectacularizando y banalizando la política.

El aspirante que hemos delineado aquí reemplaza, en muchos casos, a otro que se asemeja a él y que ganó un escaño en la elección anterior. En la última elección, 105 congresistas fueron nuevos. Así, cada cinco años ingresa al parlamento un numeroso grupo de congresistas, sin experiencia, sin identidades partidarias comunes, pero con grandes carencias, debilidades, cuando no dudosos pasados.

Esto es posible gracias al voto preferencial, cuyo impacto en un sistema partidista débil, es mayor que en otros más estructurados. Su eliminación, acompañada de otras medidas, no cambiará inmediatamente este panorama, pero sí abrirá un camino más institucional y cerrará otro, empedrado solo de buenas intenciones.




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