domingo, 9 de septiembre de 2012


APRISMO,SI... POPULISMO, NO.


Es un honor poder intercambiar opiniones con Maestros del aprismo, como Daniel Bautista, Augusto Valqui y Alfonso Salcedo. De todos ellos en su momento aprendimos algo más para ser mejores apristas.
Pero para no perder el hilo del inicio de este fraterno, ilustrado e importante debate, debo recordar qué fue lo que nos hizo marchar hacia la filosofía aprista. Alfonso Salcedo preguntó cómo podía entenderse el Frente Único aprista hoy, cuando la sociedad ha cambiado radicalmente respecto a la que conoció la generación fundadora.
Ahí surgió mi respuesta, rescatando el método de análisis de la realidad social. De ahí a la filosofía no hubo sino un paso, que lo ha sintetizado magistralmente Daniel Bautista, verdadero ideólogo del aprismo, desarrollador de la teoría del espacio tiempo histórico como método científico de estudio de la realidad social. Sin embargo muy poca gente conoce de su aporte, reflejo de la paupérrima situación en que se encuentra la producción teórica aprista desde hace 30 años.
Y es que desde 1982 progresivamente se ha desactivado la reflexión teórica, para someterla a enfoques ajenos a nuestra ideología y doctrina, como lo reconoció Alan García en su libro Modernidad y Política en el siglo XXI. En los 80 se sometió al velasquismo y en el siglo XXI se ha sometido al neoliberalismo, en ambos casos nunca al aprismo. Pero nunca sin abandonar su kantismo economicista, por ello su incapacidad de comprender realmente el aprismo, que trasunta los linderos de la sola producción económica para adentrarse luminosamente en las oscuras aguas de las relaciones sociales, planteando una nueva sociedad, sustentada en principios morales pero con estructuras reguladas de interacción social. Por eso, la revolución aprista es integral, no se queda en la simplista modernización económica, como pretenden los "nuevos" apristas, pasados por agua caliente. Si nos quedáramos con esa perspectiva nada nos diferenciaría del populismo de derecha (reuérdese agudo lector esa mano derecha en alto, señalando el "adelante", que imita García Pérez de Fernando Belaunde). No es casualidad la desmovilización social del Partido, olvidando la concepción de transformación de la sociedad vía la obra de organización ciudadana y popular que nos legó Haya de la Torre. García Pérez no cree en esa obra, para él lo único que prima es la economía. Tanto tienes tanto vales. Por eso si va a la CONFIEP, la COMEX, la SNI, no va a los sectores, al Aula Magna a capacitar a la ciudadanía . Ahí no hay rentabilidad social ni política. "Sobre esa gente no hay nada que hacer, salvo pedirles el voto periodicamente". Se actúa sobre el Fenómeno (economía), no sobre el nóumeno (las relaciones sociales). ese es el fundamento de su filosofía, vuelto principio de moral política.
Pero cabe hacer la pregunta, como severos analistas del devenir social, ¿no tendrá acaso razón? 
La perspectiva pesimista nos diría que asi es, que el gran capital es el que conduce el devenir social. Nada más falso en el Perú. Bien recordaba Alfonso SAlcedo la ingente migración del campo a las ciudades desde los años 40 del siglo pasado, que retratara majestuosamente Matos Mar en su clásico "Desborde Popular y Crisis del Estado". Pero esa modernización alternativa no es la del gran capital, ni siquiera fue promovida, menos apoyada por aquél. La modernización popular, como preferiría llamarla, es obra de la combinación de costumbres sociales, tradiciones culturales y adaptación de tecnologías económicas, que luego trascendieron a la política. Como se ve es cultura, sociedad, economía y política. Hoy en día esa transformación social es el sustrato de nuestro mestizaje. Se expresa en la gastronomía, la música, la microempresa, las nuevas formas de acción política. ESE ES EL NUEVO PERÚ. Que está surgiendo en un proceso incontenible desde hace poco más de 30 años.
Pero es un proceso con triunfos y fracasos, con idas y venidas. Si el aprismo fue el conductor de la primera modernización de los años 30. Hoy, ese proceso es espontáneo y sin conductor conocido. El Apra bajo la conducción de García Pérez ha sido incapaz de engancharse con esa dinámica. De ahí su fracaso en las elecciones regionales, locales y nacionales.
No es solo cuestión de candidatos, es fundamentalmente, cuestión del planeamiento estratégico del Partido.
¿Qué ha habido hasta ahora? Populismo, simplón y lirondo. Tal como lo hizo Odría con sus Grandes Unidades Escolares, el Seguro Social, las Unidades Vecinales, el Estadio Nacional, etc. Si la obra social hace a un gobierno transformador, Odría podría reclamar ese privilegio, según nuestros "dirigentes"!!!
Hecho ese deslinde, para continuar con la senda emprendida, cabe hacernos la pregunta ¿por qué no dejar que la sociedad discurra por su camino dejándose llevar por la libre iniciativa? Por una razón sencilla, en la Sociedad la libertad está restringida por quienes tienen el Poder, sea éste económico, social o político. De manera que la libertad solo se da para que decidan los que tienen poder. El resto que no tiene libertad, ve su vida sometida a los mandatos de quienes detentan el poder. El problema mayor de nuestros países es que quienes tienen poder ni siquiera saben usufructuarlo. Por ello, a diferencia de otros países que hace 50 años eran los más subdesarrollados, hoy no lo son más, en tanto que el nuestro ha visto perder su tiempo, sino sus recursos a manos de ladrones tipo Fujjimori y Montesinos. 
He aquí entonces la confirmación de la necesidad del Partido de la Transformación Social, bajo los principios de la Justicia Social con Libertad. UN partido que conduzca a la Sociedad en su totalidad por los caminos del desarrollo, sin que se cometan  los errores de otras sociedades que no han administrrado bien sus procesos y ahora sufren las consecuencias (México, Brasil, con altos índices de delincuencia, violencia, drogadicción, desigualdad social).
Esa tarea, bajo el liderazgo de García Pérez en los últimos 30 años, no se ha cumplido. Principalmente por sus limitaciones filosóficas y doctrinarias.
Si el Partido Aprista Peruano, desea retomar el camino legado por la generacion fundadora, encabezada por Haya de la Torre, debe ser autocrítico y hacer a un lado el modelo García Pérez. El caso contrario es la sumisión a proyectos políticos ajenos a los del aprismo y su liquidaciónm política, como le ha ocurrido a otros partidos hermanos en América Latina. Estoy seguro que con estos intercambios de opinión, estamos contribuyendo a que no sea así.
 

SOBRE LA FORMACIÓN FILOSÓFICA DE HAYA DE LA TORRE Y LAS TENDENCIAS

Con el mayor de los respetos me permito discrepar del c. Augusto Valqui en dos aspectos específicos respecto a sus apreciaciones transmitidas el último miércoles. La primera sobre la formación filosófica de Haya de la Torre y finalmente sobre la existencia de tendencias en el Partido. Trataré de ser breve.

Haya fue hegeliano, no kantiano. Para afirmar ello, me baso no solamente en el relativo corto tiempo que pude aprender de él de los años 1975 a 1978, en los coloquios, los parlamentos universitarios y esporádicamente la Escuela de Dirigentes en la Casa del Pueblo, sino también de la lectura sistemática de sus Obras Completas. El sello de su hegelianismo estuvo en su concepción de transformació n de la sociedad, expresada en el concepto de Revolución, insertado tanto en el nombre del Apra como en su programa político. Kant intenta conciliar la discusión filosófica de su época, entre la acción sobre la materia y la acción sobre lo que en su época denominaban "espíritu". Su solución estuvo circunscrita a la cantidad y calidad de los conocimientos de su época. Las ciencias naturales se habían desarrollado y tenían posibilidades de actuar y dominar la materia. En tanto, las ciencias dedicadas al tema del espíritu, ni siquiera existían como tales. Por ello su solución fue muy práctica, sobre los fenómenos naturales se puede actuar. En tanto que sobre el nóumeno, la sustancia, el empuje espiritual, lo que ahora llamaríamos las condicionantes socio culturales, éstas no se pueden conocer cabalmente y por tanto no se puede actuar sobre ellas. Ahí - para Kant- solo cabe la ética. Hagel, llega después que Kant y acaba con esa disquisición, planteando la unidad de la realidad. Espíritu y materia forman parte de un mismo conjunto. El espíritu se enajena en materia, pero actuiando sobre sí mismo se volvera a conciliar espíritu y materia como un estadío superior. Como se verá hay diferencias muy claras entre ambos filósofos. Mientras que los kantianos congelados, argumentan que las relaciones sociales son inconmovibles y hay que dejarlas a la deriva, solo invocando a la ética de las personas; para Hegel, desde las ideas se puede y se debe actuar sobre la materia. Es decir desde las relaciones sociales y culturales transformaremos la naturaleza (la economía) de acuerdo a los objetivos que nos planteemos.
Éste último es el camino escogido por Haya de la Torre, eso está tanto en su accionar político personal como en sus planteamientos ideológico doctrinarios.
El kantismo es el contrabando que los poderosos de la economía nos quieren inculcar para actuar sobre la naturaleza, pero sin actuar sobre las relaciones sociales, en el caso indoamericano, sobre las relaciones de dominación que el gran capital internacional ejerce sobre nosotros, haciendo uso de los instrumentos, no de Kant, sino de Hegel, porque su dominación es económica, política, social y cultural.
Recuerdo mucho una frase de Víctor RAúl en uno de sus Coloquios, "hay cosas que de puro sabidas se olvidan". Tantos años de oscurantismo ideológico, con la complicidad de los presidentes de las comisiones nacionales de ideología (en el último circo llamado Congreso Nacional se eliminó la Comisión nacional de Ideología y Doctrina, con la creencia que podrían evitar que se reaviven estos provechosos intercambios de información) han ocasionado que nos olvidemos de estos temas que deberían ser parte de nuestro común conocimiento.
Finalmente, yo sí estoy convencido que hubo tendencias al interior del Partido. Y estoy más convencido aún que el Partido fue más fuerte cuando convivían todas las tendencias que cuando la discusión entre esas tendencias luego se convirtieron en polémicas insalvables, que terminaron con el alejamiento de grandes y valiosos compañeros, muchas veces solo por obra de intrigas y conspiraciones que se orquestaban por creadores de mentiras que trataban de crear círculos de acero (argollas) para impedir que el Jefe se enterase de la verdad. Yo estoy seguro que no hay compañero que haya militado en el Partido antes de los años 80, que no pueda hablar de un compañero o compañera que se alejó de nuestras filas por obra de la calumnia y la mentira.
Lo más perjudicial en un Movimiento Político es el culto a la personalidad. Esa es la estrategia que usan los mediocres para cerrar el paso a los más capaces. Es cierto que todos en el Partido reconocían a Víctor Raúl como la encarnación del ideal, hecho que se ganó por su propio sacrificio. Haya no pedía nada que él mismo no hubiese hecho antes. Nunca será buen general, quien antes no fue buen soldado. Lo que no implicaba que no fuese humano y como cualquiera tuviera aciertos y errores, de ahí la importancia de la crítica, autocrítica y mutuo crítica, que él mismo aceptó y propició en el Partido. Por eso estableció una institucionalidad que funcionaba, aún estando alejado del país. Por eso promovió la secretaría colegiada y el equilibrio de poderes, entre una Comisión Política y el Comité ejecutivo Nacional, diferenciando las funciones, no solo por el tema operativo sino para evitar la concentración de poder.
Como dije en mensaje anterior, sirve conocer la historia para no cometer los mismos errores. La trascendencia del aprismo consiste en su rol transformador de la sociedad, no en aggiornarla para hacer menos dolorosa la explotación que se ejerce sobre el pueblo y la nación en su conjunto. Y, por último, el aprismo es una obra colectiva que sobrevivió a la muerte de su propio fundador, donde no hay mesías, sino el legado moral, doctrinario y revolucionario que aún recuerda el pueblo y que espera sea rescatado, para la consecución de sus más caros ideales.

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