lunes, 1 de agosto de 2011

DISCURSO ORACION DE DESPEDIDA AL MAESTRO HAYA DE LA TORRE EN SU CUERPO PRESENTE, EN EL CONGRESO NACIONAL DE LA REPUBLICA 3 DE AGOSTO 1,979...


"CON EL DOLOR DEL PUEBLO"
Por: CARLOS ENRIQUE MELGAR

Estoy perplejo, no se si hablarte a tu alma regada ya de cielo, o hablarle a tu cuerpo que se aferra a la tierra. Estoy perplejo Víctor Raúl. No se si estás vivo o estás muerto; porque sobre la muerte hasta los dioses han tenido dudas; y yo las tengo aun mas, hoy que sentí clamar a tu pueblo, en la voz de sus niños, de sus mujeres y sus hombres: Haya no ha muerto; ¡Haya está vivo. Víctor Raúl no ha muerto; él vive entre nosotros!
Te pregunto compañero Jefe ¿estás vivo o estás muerto? Aguardaré por siempre tu respuesta, en tanto que, el Divino Hacedor deslinde este misterio que, por serlo de los dioses, lo es mayor para los hombres. Quiero decirte por mí lo que pudiéramos decir todos tus hijos: para los que en la vida sólo hicieron lo mejor, la muerte es apenas un tránsito. Y tú hiciste siempre lo mejor en la vida, de tu niñez a la juventud; de la cuna a la tumba. Hiciste lo mejor al entregarte con sereno acatamiento a la lucha sin treguas por convertirte en defensor de los humildes; lo hiciste como creador de una doctrina y como apóstol perdurable de tu causa. Hiciste lo mejor al cruzar la escarpa de los Andes para pulsar con estremecimiento las plantas callosas del indio adolorido que roba sus aguas a la tempestad para enterrar su semilla. Lo hiciste al mirar los ojos de las llamas indias en cuyo reflejo te miraste para alzar tu vuelo de águila, sacudiendo olores y obsequiando esperanzas. Y, ahora mismo, haces lo mejor con tu cuerpo que recorre soberano por las calles que abriste para seguir tu cortejo del Aula Magna a esta Plaza que te habla. Más de un millón de tus hermanos y amigos han seguido este tramo, musitando dudas y afirmando fe. Y todo, porque en la vida sólo hiciste lo mejor. Fue tu ley; tu destino. Fuiste tú.
Compañeros: Haya de la Torre defendió con su vida la ley humana y pasa a la muerte confundido en la ley divina. Así es: defendió con su vida los supremos valores que el ser humano ansía consagrarlos con toda la fuerza de su alma: su libertad. Fajistas antes y Japistas después, escuchamos de tu labio una proclama misionera: amen a la libertad como el tesoro más grande de la existencia; no sean esclavos de nadie, ni siquiera de sus amigos; no sean tiranos de nadie, ni siquiera de sus perros. Es con esta calidad de libertad partidaria que nos proyectamos en todos los actos de nuestra vida. ¡Somos libres y lo seremos siempre!
Y el valor de la justicia que inculcaste es parte activa en el estilo de nuestra libertad: justicia aprista que no se abate, justicia aprista que no se rinde, que no se intimida, que no capitula jamás, ni ante el madero del Gólgota donde podamos sucumbir como Cristo; ni ante las ramas del Rincón de Olivos, donde podamos colgarnos como Judas.
Amigos del partido: vosotros bien podéis creer que Haya de la Torre este muerto; pero es a vosotros que os alcanzo una reflexión. Haya de la Torre escapa de la tierra porque ella le era ya estrecha para un luchador que engrandeció su existencia con todas las fuerzas vitales de que es capaz el ser humano. Su inteligencia y sus sentimientos ennoblecidos por la lucha, rebasaron largamente los estrechos límites del convencionalismo humano, de ese que lo proscribió por más de medio siglo para reinvidicarse hoy a la faz del mundo. El mismo acaso, debió escapar a las pasiones para eximirnos de mayor brutalidad. Por todo esto, sus cenizas se elevan purificadas y sus huesos se perfilan venerables hasta dar a nuestro espíritu y a nuestro pensamiento. Una dirección mística, a tono con lo que supo vivir.
Hermano Jorge Idiaquez; Tu sabes que a Víctor Raúl no le importo jamás la muerte, porque junto a ti se jugo con ella, por casi medio siglo de enlutadas amenazas que llegaban de pronto y pasaban de largo. Salvo ileso de todas las trampas impuestas por sus viejos perseguidores, de las que forjaron nuestro martirologio y preconizaron nuestro valor. Es que Víctor Raúl se había instalado tan definitivamente en su mundo, que el más allá jamás lo inquietó; aquello no era sino su propio impulso iniciado aquí en la tierra como un paso más de cada día hacia los confines de la eternidad. Y hoy que la noche de la tumba parece atarlo de muerte, tu lo sabes hermano Jorge, como lo saben todos los apristas, que el Jefe aún no ha muerto, porque sigue risueño por nosotros; sonríe aún por nuestra unidad sellada; sonríe por nuestra fraternidad invicta; sonríe, porqué la victoria está cercana.
Querido viejo; cuando tú naciste, ¿lo recuerdas?; todos reían, tú llorabas. Hoy con tu muerte ¿lo ves? todos lloran, tú ríes. Ríe Víctor Raúl, Patricio Universal de la Paz. Ríe y vete con Dios riendo, al regazo de la gloria que guardará una inmortalidad.

¡EN EL DOLOR, HERMANOS!..



¡¡¡HAYA ESTA CON NOSOTROS, VIVE Y VENCERA!!!

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