La Haya: ¡serena y vigilante
expectativa!*
Frente a los objetivos hechos de participación
oral ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por parte del demandante
Perú y demandado Chile, por el contencioso marítimo de límites a que hemos
llevado a los del sur, se impone mandatoria y firme la actitud de serena y
vigilante expectativa.
El veredicto de los jueces de la Corte de
Justicia está previsto para mediados del 2013. Nada sensato existe que cambie o
la fecha de esta circunstancia o el estudio que promueva una solución
jurídica.
Por tanto las numerosas expresiones de los ex
jefes de Estado de Chile o la puntualización tranquilizadora de su vocera
Cecilia Pérez subrayando que la voz de su gobierno la lleva el presidente
Sebastián Piñera son datos públicos. Pareciera ser que hay muchas preocupaciones
y que éstas no están en el Perú.
Pero como la caridad comienza por casa, resulta
obligatorio llamar al orden a los numerosos diplomáticos redivivos,
historiadores que no historian (ni siquiera se acordaron de la batalla de
Tarapacá), intelectuales de quiosco o internacionalistas de fotocopia que han
empezado a llenar de "opiniones" diarios, canales televisivos o radioemisoras.
¿Podría usted confiar en quienes nunca se preocuparon del tema limítrofe y de
pronto se han vuelto sabios y especialistas en clases aceleradas de 24 horas? En
el mundo se sabe que debajo de cada piedra del Perú hay un estratega y opinante
para todos los temas.
Me atrevería con humildad y circunspección a
sugerir que en La Haya no se acaba -o soluciona- la difícil vecindad con Chile.
"En un año confrontacional en la Corte
Internacional de Justicia de La Haya, lugar a que el Estado del Perú ha llevado
al Estado de Chile por el contencioso limítrofe, es imprescindible subrayar que
este hecho dinamizará, al margen de los resultados, entre otros retos
formidables, la construcción de la complementariedad con el país del sur y la
cimentación histórica del Perú con la contestación pendiente que se debe a sí
mismo desde 1879.
Perú no está compelido a dar respuesta a ninguna
otra nación. Tiene sí que construir la unidad nacional en torno a intereses
soberanos comunes y en la procura de un desarrollo enérgico, científico, con
justicia social y reparto democrático de la riqueza, para sus 30 millones de
habitantes. PERU TIENE QUE RESPONDERSE A SI MISMO y esa circunstancia
está pendiente desde 1879, año de la aciaga fractura que representó la guerra de
rapiña que nos planteó Chile.
Las circunstancias de librar batalla jurídica, al
margen del resultado en La Haya, plantean el dulce y fragoroso reto de
comprender que ¡por fin! hay una posibilidad de sintonizar al cuerpo social
peruano en torno a intereses comunes, imprescindibles y unificadores. Por tanto
Perú, su Estado y cualquier gobierno, tienen que responder a su colectivo
ciudadano que son todos los peruanos e ingresar con moderna estampa al reto
contemporáneo de la paz y la complementariedad con los otros Estados
latinoamericanos.
Al hombre y a la mujer comunes ¡nadie los toma en
cuenta! Los sucesivos gobiernos, una vez apoltronados en la silla administrativa
de Palacio, prescinden del ciudadano y hacen, no pocas veces, papelones
entreguistas, vergonzosas claudicaciones e impresentables desempeños a todo
nivel. La Cancillería parece olvidar que será la ciudadanía, con o sin uniforme,
la que afronte y sufrague cualquier dinámica, en los diferentes campos de
batalla y que por tanto, merece ser parte opinante y militante de cualquier
esfuerzo.
Son pocas o mínimas las opciones que quedan para
la generación que desde hace más de 35 años está en política. Sin líderes o
pensadores de creación intelectual notable, huérfana de paradigmas, carente de
cualquier visión nacional homogénea e integral del Perú, no es necesario
exagerar en la necesidad histórica de asumir el liderazgo, teniendo como
plataforma el reto de La Haya, pero recordando que la gran fractura nacional
viene desde 1879, para reconstruir la Patria. Acaso sea magnífica ocasión para
redimirse de la mediocridad intrascendente y nadería que ha caracterizado a esta
generación. Al reto hay que dar una réplica, no está demás decir que para
contribuir con su grano de arena, Perú, su propia Respuesta ensaya su
aporte."
Ver más allá del
juicio y su resultado en La Haya es tarea imperativa para una generación en
absoluto nadir y acaso, también, su resurrección política comandando las rutas
de un destino promisorio y esperanzador.
Más que ver una eventual derrota ajena, aunque
sea por un milímetro que cambie el status quo cuyo cumplimiento sí será
polémico, hay que ver cómo administrar los ecos exitosos con miras a la
complementariedad con los del sur. Mientras que la geografía y su majestuoso
imperio siga como está, Perú y Chile deben conseguir, con respeto y altura,
algún día, un edificio de cooperación y con miras a la formación de una
Comunidad Latinoamericana de Naciones.
El bullicio de los lenguaraces irresponsables, la
poca prudencia de una prensa subitáneamente enterada de un suceso que habían
ignorado por largos años y la tropelía incontinente de "análisis", tienen que
cesar para la propia salud del Perú.
Unir al Perú en su riquísima policromía cultural,
productiva, histórica y de tradiciones en su vasto y múltiple territorio
representa una respuesta sensacional. La respuesta que nuestra propia Nación
tiene que darse. Y las estridencias sobran. Consideración a tenerse en cuenta en
un reto al que hay que dar contestación.
Por eso: ¡Serena y vigilante expectativa!
....................................................................