miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Lucha Nacional de resistencia
 
 
¿Quiénes serían, en caso de una no tan improbable invasión de potencia foránea, los primeros blancos escogidos? A no dudarlo: los dueños de empresas, los que tienen patrimonio versátil inmobiliario y financiero, los que, desde su puesto de mando en la producción, contribuyen a la economía. ¿Qué no? Fácil y simplista negarlo, duro confrontar la realidad tal cual es: fría y filuda.
El escepticismo debía dar paso a una reflexión simple y real. Los datos telefónicos, de cuentas bancarias, de propiedades, de participación accionaria directa o indirecta, todo lo que en países civilizados se llama información privada o de acceso vedado a quienes no sean los titulares, está en manos de decenas de personas que trabajan para bancos o financieras que llaman con regularidad insistente y a cualquier hora para comprar “deudas” y ofrecer mejores tasas para sus nuevas obligaciones. ¿Cómo obtienen estos datos si no es de las fuentes que debían guardar la confidencialidad como parte del trato? Fácil deducir que si un simple segmento vendedor o promotor de esta clase de servicios, posee la radiografía actualizada de quienes tienen algo más en Perú, no lo ponga a disposición de botas invasoras que por la razón de la fuerza o simples monedas compradoras, enajenen información que, no puede descartarse, ya esté en sus arcanos estratégicos.
La Lucha Nacional de resistencia involucra a todos los peruanos contra cualquier clase de invasión, posee las características de una prioridad permanente de Estado y quien ponga en duda la misma o sabotee estos esfuerzos o conspire con silencio cómplice o se haga de la vista gorda, representa a la quintacolumna traidora.*
Las vanguardias políticas tienen que aprehender la fragilidad de los sistemas electorales que se caracterizan por millones de personas que escogen al mal menor o a quienes, una vez encaramados en los puestos administrativos, practican las antípodas de lo que fueron sus mensajes de campaña. No suele ser raro, por lo menos en Perú, que se haga exactamente todo lo contrario de lo que se ofreció. La pendularidad, de un extremo a otro, signa el desequilibrio del aparato político-social de nuestra historia.
Y si el Estado Resistente no acelera de modo adecuado la construcción de los parapetos de defensa cuidando todos sus flancos, las agrupaciones políticas, con sentido de horizonte y aprendizaje profundo de la historia y sus enseñanzas, no tienen otra fórmula de legitimación que su alineamiento en la Lucha Nacional de resistencia, preparando cuadros, organizando comités, diseñando ataques, persuadiendo a las poblaciones, enhebrando una fina y ordenada cuanto que discreta telaraña de opciones multidisciplinarias.
Además, aspecto que se condice poco, si algo, con la tradicional y “maravillosa” improvisación peruana, hay que pensar en la historia pero también en el futuro de las generaciones presentes, niñez y juventud. Transcribo las siguientes líneas que en otro contexto, pueden graficar qué puede ocurrir aquí:
“En el breve trayecto me dibujó un panorama siniestro y terrible de la situación en Palestina. No me habló de la humillación constante que suponen los checkpoints, los controles, los cacheos y la sumisión absoluta a los militares israelíes, eso ya lo estaba viendo yo mismo. Tampoco me habló de las detenciones preventivas y los terribles interrogatorios que implican, ni de los bombardeos, ni de los árboles arrancados, los pozos de agua confiscados, ni de las casas derribadas, los terrenos embargados o el siniestro muro que los israelíes están construyendo para aislar totalmente las poblaciones palestinas. El doctor Khairy, que así se llamaba, me habló del efecto psicológico que la ocupación estaba provocando en los niños palestinos. Y no se refería solo al evidente rencor que acumularían durante años para con los ocupantes israelíes. Sino de los problemas de convivencia, de violencia escolar y familiar, miedos y fobias, transtornos del sueño, etcétera, que sufren la mayor parte de los niños palestinos”; El Palestino, p. 136, Antonio Salas, Ediciones Planeta Madrid 2010.
¿Qué compra el billete corruptor vía publicidad e impone la fuerza económica de los más poderosos?: el silencio. Y también a cómplices.**
¿Qué agrupación política ha expresado su parecer público sobre estas amenazantes circunstancias que tienen precedentes horrorosos en 1836-39 y 1879-1883? ¡Absolutamente ninguna! Ebrios de fervor en cuitas vulgares, en chismes de comadres, transtornados hasta la náusea en serruchar el piso de quien esté más arriba, las patotas nacionales han demostrado el porqué la gente los reputa como chupasangres “necesarios” y los vota aunque luego no pueda botarlos por la simple razón que estos consideran que la administración gubernamental es su nicho, al cual “tienen derecho” y del que pueden vivir robando y destruyendo a la Nación.
La Lucha Nacional de la resistencia es una tarea sublime y por encima de los parroquialismos deleznables de ciegos con miopía.
El reto nos abofetea de manera clara e inobjetable.
¿Estamos a la altura de las circunstancias?

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