¡Reelección: ese cáncer!
¿Se ha preguntado, amable lector, por causa de qué se discute ardorosamente por la eliminación del voto preferencial, la reinstalación del Senado y bagatelas del mismo jaez inferior? No hay pelea ¡una siquiera! del porqué sí conviene eliminar la reelección presidencial y parlamentaria, quienes lo han sido debieran tener el apostolado de ser los primeros en alentar la renovación política ¡dedicándose a cualquier otra cosa y no a sembrar señuelos en pueblos que llegan a la triste conclusión que "no hay otros más que estos"!
La reelección es un genuino cáncer y ataja cualquier barrunto de dinamismo en las sociedades.
Redacté en ¡Cualquier reelección es degradante! http://www.voltairenet.org/article160120.html algunos párrafos que, para suerte mía, aún conservan alguna vigencia lacerante:
"¿Qué cercena la posibilidad de desarrollo de un pueblo? De cualquiera de los nuestros. El continuismo, la falta de creatividad y la mediocre estampa de los políticos puede garantizar cualquier cosa menos ética y retos nuevos. ¿Qué renovación podría esperarse de tagarotes que tienen más de 20 años en el Establo de Plaza Bolívar y que son veteranos en la fautoría de trampas y violaciones a granel bajo las armazones legales de que son finos y audaces autores?: ¡ninguna! ¿Hay alguna posibilidad de reconocer ideas y lustre en algún porcentaje entre los políticos? ¿siquiera al 10%? El asunto es muy polémico porque ellos mismos no se dan cuenta del hastío que provocan.
¡Cualquier reelección es degradante!
Débese, de inmediato, denunciar a los vectores oportunistas de estas maniobras. Y señalarlos porque incurren en un delito lesa humanidad a que tienen los pueblos inequívoco derecho y garantía de cumplimiento como soberanos que son. Engrilletarles al destino de hombres providenciales que en 30-40 años sólo se enriquecieron a ellos mismos o a sus mandantes es un crimen. Otro más de la infame lista que puede recitar, de memoria, el habitante nacional.
Es más. Una linda reforma la constituiría prohibir cualquier reelección presidencial o parlamentaria. Obligaría a muchos ineptos genéticos a comprender que la política no es vil negociado culpable ni mamadera eterna de ubres cansadas como son las que posee el Estado."
¿No vemos cómo ex primeros mandatarios, en vez de preparar legiones juveniles de lustre y moral, alientan esfuerzos e inoculan noticias de sus charlas, actividades, libros, folletos, torpedos y disfuerzos mil con tal de que se les recuerde? Ciertamente, no hay garantía de que quienes gozan de fama de inescrupulosos hampones y ladrones, puedan exhibir estatura ética para "enseñar" algo. ¿De dónde el inmenso tesoro que sufraga sus viajes a cuerpo de rey, sus desplazamientos en primera clase por todo el mundo, sus embajadas y encargos charlados al más alto nivel, el famoso toma y daca de la criollísima y corrupta mar de enjuagues locales? Cuestionamientos que jamás se hacen porque urtican y señalan acusadoramente a los protagonistas.
Los hombres y mujeres providenciales no existen, se fabrican y para eso basta con tener paniaguados con faltriqueras llenas en los medios de comunicación; asesores que transmitan o insinúan intenciones a modo de ensayo y una sociedad incapaz de comprender que perennizar la estupidez, por falta de renovación, es el primer detonante del caos y la violencia.
La reelección, presidencial o parlamentaria, moviliza millones de dólares porque así se perpetúan estabilidades jurídicas, castillos legales de impunidad y los que se van perdonan a los que llegan (o retornan, otra vez), de manera que los que caen tras las rejas o sufren el acoso de jueces insistentes, son los más bobos, esos débiles mentales que "se creen" el cuento que son personajes. ¿No hemos visto a idiotas en las cárceles y a los peces gordos libres y viviendo del saqueo de las arcas nacionales? ¿aquí y afuera?
La discusión fundamental estriba en pulverizar esa monserga que establece que es un deber expoliar el dinero del pueblo desde la presidencia, el congreso, los ministerios o cualquier cargo público. La reelección debe ser abolida: quien fue presidente ya tuvo su oportunidad y quien estuvo en la curul, lo propio. ¿Con qué derecho se atrincheran en cargos que deben ser de estricto apego a los deberes de servicio y solidaridad con el pueblo que los eligió?
¡Por eso nunca discuten la muerte de la reelección porque intuyen que estarían matando a la gallina de los huevos de oro! Es pertinente subrayar que ni el Perú es una gallina y tampoco pone huevos de oro.
¡30-40 años de ver los mismos rostros, enfeudados a la minucia de sus pequeñas existencias, en Palacio o en el Congreso! ¡Es hora de la renovación generacional y de enfrentar el juicio limpio y la acusación contundente de los que recién llegan insospechables de robo o estafa!
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