LA IZQUIERDA ESPAÑOLA EXIGE QUE SE ACLARE EL PAPEL DEL REY EN EL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO DEL 23-F DE 1981
Al perro ya flaco de la monarquía no paran de crecerle las pulgas. A la marea interminable del caso Urdangarin, en plena ebullición, se sumó el domingo el resquebrajamiento de la idílica imagen de la actuación del rey el 23-F. Y ayer, la cascada de demandas de explicaciones de la izquierda parlamentaria.
Fue la revista Der Spiegel la que destapó una “conversación privada” 31 años después. La que publicó extractos del recién desclasificado cable 524 que el embajador alemán en Madrid en 1981, Lothar Lahn, remitió al Gobierno federal de Bonn. En el despacho, el diplomático daba cuenta de su reunión con Juan Carlos en el palacio de la Zarzuela la noche del 26 de marzo de 1981.
Según su relato, el monarca “no mostró ni repulsa ni indignación” frente a los golpistas, sino “comprensión, cuando no simpatía” hacia ellos. El rey dibujó a Adolfo Suárez como el culpable último del golpe de Estado, por “despreciar” al Ejército y no haber atendido sus “peticiones”. Y confesó a Lahn que trataría de interceder ante el Gobierno y la Justicia militar para que a los sublevados “no les ocurriese demasiado”. O sea, para que no les cayese un castigo severo. “¿Hemos vivido con transparencia o con ocultismo la Transición?”, inquirió Cayo Lara, preguntado en rueda de prensa. El líder federal de IU anticipó su respuesta: “La hemos vivido con ocultismo feroz”, lo que “invita” a su formación a “seguir peleando” para que haya “transparencia” y para pedir cuentas no sólo a la Corona, sino también a los sucesivos gobiernos que “ocultaron” los hechos. IU no soltará la presa. Ni lo harán ICV, ERC y Solidaritat Catalana per la Independència (SI). Gaspar Llamazares, portavoz de la federación en la Comisión de Justicia, pedirá al Ejecutivo del PP la desclasificación de documentos del 23-F, las grabaciones del Congreso entre los hombres de Antonio Tejero y el exterior, o las conversaciones que pudieron registrarse en la Zarzuela. “Lo que sorprende no es que el rey borboneara con Suárez, porque ya se conocía que había agitado las aguas del descontento contra el presidente del Gobierno, como hicieron otros partidos y UCD, sino que estuviera tan suelto frente a Lahn y exculpase a los golpistas y, sobre todo, intentase intervenir en los tribunales para limitar sus condenas”, explicó el diputado a Público. ICV se movió rápido. Ayer la portavoz del partido y diputada Laia Ortiz presentó en la Cámara Baja tres preguntas para el Gobierno, para que dé su opinión sobre el informe descubierto por Der Spiegel, diga si había constancia de la cita del rey con Lahn y si cree que la Zarzuela medió “a favor de los golpistas” en el juicio. ERC pidió “que se explique la verdad” y la máxima “transparencia”, advirtió la secretaria general, Marta Rovira. SI saltó algo más lejos. Los diputados en el Parlament Alfons López Tena y Uriel Bertran exigieron una comisión de investigación para esclarecer el papel de las instituciones –también la monarquía– en la asonada militar.
La diputada ecosocialista ensambla las revelaciones de Der Spiegel con el contexto inevitable, el caso Urdangarin. “Cada día hay más elementos preocupantes sobre la Corona sobre la mesa, llevamos meses descubriendo su lado oscuro. Este episodio se suma a la secuencia. Ya no es un argumento aislado”, explicaba ayer a este diario. Ortiz entiende que el reporte de Lahn “cuestiona el papanatismo juancarlista”. Ahí está la clave, esgrime: “Desmonta el argumento seguramente más utilizado para defender la imagen del rey. Su escudo, su supuesta actuación modélica frenando el golpe, salta ahora por los aires. Su talante de hombre reformista se cae”.
Al perro ya flaco de la monarquía no paran de crecerle las pulgas. A la marea interminable del caso Urdangarin, en plena ebullición, se sumó el domingo el resquebrajamiento de la idílica imagen de la actuación del rey el 23-F. Y ayer, la cascada de demandas de explicaciones de la izquierda parlamentaria.
Fue la revista Der Spiegel la que destapó una “conversación privada” 31 años después. La que publicó extractos del recién desclasificado cable 524 que el embajador alemán en Madrid en 1981, Lothar Lahn, remitió al Gobierno federal de Bonn. En el despacho, el diplomático daba cuenta de su reunión con Juan Carlos en el palacio de la Zarzuela la noche del 26 de marzo de 1981.
Según su relato, el monarca “no mostró ni repulsa ni indignación” frente a los golpistas, sino “comprensión, cuando no simpatía” hacia ellos. El rey dibujó a Adolfo Suárez como el culpable último del golpe de Estado, por “despreciar” al Ejército y no haber atendido sus “peticiones”. Y confesó a Lahn que trataría de interceder ante el Gobierno y la Justicia militar para que a los sublevados “no les ocurriese demasiado”. O sea, para que no les cayese un castigo severo. “¿Hemos vivido con transparencia o con ocultismo la Transición?”, inquirió Cayo Lara, preguntado en rueda de prensa. El líder federal de IU anticipó su respuesta: “La hemos vivido con ocultismo feroz”, lo que “invita” a su formación a “seguir peleando” para que haya “transparencia” y para pedir cuentas no sólo a la Corona, sino también a los sucesivos gobiernos que “ocultaron” los hechos. IU no soltará la presa. Ni lo harán ICV, ERC y Solidaritat Catalana per la Independència (SI). Gaspar Llamazares, portavoz de la federación en la Comisión de Justicia, pedirá al Ejecutivo del PP la desclasificación de documentos del 23-F, las grabaciones del Congreso entre los hombres de Antonio Tejero y el exterior, o las conversaciones que pudieron registrarse en la Zarzuela. “Lo que sorprende no es que el rey borboneara con Suárez, porque ya se conocía que había agitado las aguas del descontento contra el presidente del Gobierno, como hicieron otros partidos y UCD, sino que estuviera tan suelto frente a Lahn y exculpase a los golpistas y, sobre todo, intentase intervenir en los tribunales para limitar sus condenas”, explicó el diputado a Público. ICV se movió rápido. Ayer la portavoz del partido y diputada Laia Ortiz presentó en la Cámara Baja tres preguntas para el Gobierno, para que dé su opinión sobre el informe descubierto por Der Spiegel, diga si había constancia de la cita del rey con Lahn y si cree que la Zarzuela medió “a favor de los golpistas” en el juicio. ERC pidió “que se explique la verdad” y la máxima “transparencia”, advirtió la secretaria general, Marta Rovira. SI saltó algo más lejos. Los diputados en el Parlament Alfons López Tena y Uriel Bertran exigieron una comisión de investigación para esclarecer el papel de las instituciones –también la monarquía– en la asonada militar.
Fin al “papanatismo”
La Casa del Rey se atuvo ayer al patrón enunciado el domingo: que la actuación del rey el 23-F “en defensa de la democracia y la Constitución está fuera de toda duda”, como así lo ha “consolidado” la historia. “Nada que añadir”, y toda controversia política “se sustanciará donde debe, en el Parlamento”, insistió la Zarzuela. “No basta con esas explicaciones –lamentó Llamazares–, porque las acusaciones son muy graves. La Casa Real no ha desmentido la información, ni siquiera ha elevado una queja diplomática”. Ortiz señala asimismo la “gravedad” del despacho de Lahn, pues se trata de un “documento oficial”.Es pronto para calibrar las consecuencias del cable alemán, pero la izquierda minoritaria sí cree que es una muesca más en la ya de por sí debilitada imagen de la Corona. “No desmitifica la figura del rey, aunque sí introduce nubarrones sobre la actuación del monarca antes del golpe –fue imprudente– y sobre sus impresiones posteriores, exculpando a los sublevados”, afirmó Llamazares.La diputada ecosocialista ensambla las revelaciones de Der Spiegel con el contexto inevitable, el caso Urdangarin. “Cada día hay más elementos preocupantes sobre la Corona sobre la mesa, llevamos meses descubriendo su lado oscuro. Este episodio se suma a la secuencia. Ya no es un argumento aislado”, explicaba ayer a este diario. Ortiz entiende que el reporte de Lahn “cuestiona el papanatismo juancarlista”. Ahí está la clave, esgrime: “Desmonta el argumento seguramente más utilizado para defender la imagen del rey. Su escudo, su supuesta actuación modélica frenando el golpe, salta ahora por los aires. Su talante de hombre reformista se cae”.
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