QUE MODELO ECONOMICO NOS CONVIENE AL PERU?
Me pregunto y todos nos preguntamos a donde va y se dirige el actual Presidente OLLANTA HUMALA que siendo de tendencia izquierdista al estilo puro del Dr. VICTOR RAUL HAYA DE LA TORRE un verdadero Aprista democratico en todo el sentido de la palabra y sinembargo creo y pienso que esta cambiando de ruta al igual que su equipo economico del MEF compuesto por liberales y que aun falta completar el Directorio del Banco Central de Reserva donde siguen los resaltados que detallo abajo y que fueron nombrados por el ex Presidente ALAN GARCI A PEREZ y que segun mi concepto estan infrinjiendo y violando la Constitucion Politica del Estado al no elegirse aun a los nuevos Directores a traves del Congreso de la Republica y que tambien son de tendencia neoliberal:
Beatriz Boza Dibos José Gallardo Ku Alfonso López Chau NavaAbel Salinas Izaguirre Jaime Serida Nishimura
QUE SON LOS MODELOS ECONOMICOS? Los modelos económicos consisten en representaciones teóricas sobre cómo deben ser guiadas las relaciones económicas dentro de la sociedad, teniendo como principales afluentes el sector público y el privado, el interno y el externo. Tal vez los modelos económicos mas comunes que se puedan registrar son dos modelos contrarios, está el liberalismo económico de tipo lazaferiano (Smith), y el de tipo keynesiano (proteccionismo). Ambos modelos tienen un principio rector a partir de sus relaciones con el Estado, uno aboga por la no incidencia del Estado en la economía, mientras que el otro pretende que aquél regule todas las relaciones económicas. Es necesario tener en cuenta que el nacimiento de tales modelos económicos ha sido foráneo a nuestra América, sus principales afluentes se hallan en Europa, Asia y EEUU, y por esta razón es necesario explicar el por qué de las dificultades de muchos Estados que han aceptado como única alternativa la implantación de tales modelos en sus economías. La razón de por qué los modelos exógenos a un Estado no tienen en la mayoría de los casos los resultados esperados se debe a que aquellos no son formulas que se puedan aplicar a cualquier sociedad. Existen presupuestos para que el modelo aplicado pueda tener éxito, tales como la cultura económica, el régimen político, la costumbre, y la cultura política. América Latina ha sido un campo de hibridación de modelos exógenos, tales como los modelos políticos de organización (Estado-Nación), los modelos de representación y participación (Partidos políticos, democracia representativa) y los modelos económicos (Liberalismo Económico, Capitalismo). Los resultados de tales implantaciones han sido la creación de nuevas realidades sociales, culturales y económicas ajenas a las esperadas. En el plano de lo económico, haciendo un recorrido histórico se observa como ha sido una tendencia el manejo de la economía nacional de forma teledirigida por las grandes potencias. En un principio se dio una explotación de recursos naturales dirigida a alimentar a Europa, a nivel interno funcionaba una economía de vasallaje, la mita y la encomienda en muchos casos eran las organizaciones político –económicas fundamentales. Con los procesos de independencia, entrados ya en el siglo XIX nos encontramos con unas economías débiles a comparación con las europeas; el viejo mundo se encuentra en un auge económico propiciado por la revolución industrial, donde las relaciones interestatales comienzan a escalar posiciones en las prioridades de los Estados. En América Latina se vive un aislamiento económico con el resto del mundo, son años de desarrollo interno, con limitadas exportaciones y con un aumento paulatino de las importaciones. Es solo desde las últimas décadas del siglo XX que América Latina se une a las tendencias globalizantes engendradas en Europa. Los cambios históricos de este siglo permitieron que el modelo económico liberal se erigiera como lider, transmitiendo a todo el globo sus bondades y sus defectos. Las bondades del modelo fueron bien recibidas por aquellos países ubicados en el centro de la economía mundial, tales como EEUU e Inglaterra, pero aquellos países excluidos y ajenos a tales dinámicas como los de la periferia recibieron, mas que bondades, todos los defectos del modelo. Es conveniente tener presente en este tipo de análisis las teorías de la dependencia, de la desigualdad y del Centro-periferia (Samir Amin, Alain Reynaud, Immanuel Wallerstein), las cuales buscan explicar el por qué de la dependencia de los países del sur con los del norte, y el por qué de la ubicación en el centro o en la periferia. Los procesos de acumulación a escala global se manejan desde los espacios centrales, mientras que las proyecciones de tales manejos en la periferia se dan de manera deformada. Este modelo de centro periferia puede ser utilizado en todos los espacios geográficos, ya sea en un pueblo, en una ciudad, en una región geográfica o en el mundo entero. Al aplicar el modelo Centro-Periferia a nivel global nos encontramos con que existen unos países centrales con gran poder político y económico que va a determinar el comportamiento de los países que los circunden, creando así una dependencia creciente según la ubicación de aquellos. Nos hallamos así con países del centro, de la semiperiferia y de la periferia. Los países latinoamericanos se enmarcan dentro de la periferia, lo cual explica la dependencia que se tiene frente a los países centrales, y lo cual explica también por qué existen modelos económicos exógenos operando en nuestro continente. Este somero recuento sobre el concepto de modelos económicos foráneos nos sirve como un punto de partida para poder analizar las tendencias económicas de la región, el impacto de los tratados de libre comercio, los acuerdos preferenciales, las integraciones económicas etc. Tambien nos sirve para poder entender cuáles son las principales dinámicas del modelo neoliberal en el mundo periférico, es decir, las dinámicas de dependencia. Proximamente escribiré sobre temas mas específicos que nos ayuden a entender mejor el papel de la economía y del modelo neoliberal en el tablero mundial; es bueno tratar temas como el Keynesianismo, el liberalismo económico, el smithnianismo como padre del capitalismo, el desarrollo visto desde la óptica de este modelo económico, etc. ------------------------------------------------------------------------------------------------------ Contradicciones de un modelo “modelo” La firma reciente de un tratado de libre comercio con China consolida a Chile como una de las economías más abiertas del mundo. La apertura ha sido una estrategia fundamental de Chile durante las últimas décadas y el país ha mostrado en muchos de esos años elevadas tasas de crecimiento. Sin embargo, es interesante analizar si esto es suficiente para convertirlo en un modelo a seguir. La economía chilena es una de las más abiertas del mundo. Y esta característica se ha puesto una vez más sobre la mesa cuando a fines de agosto Chile firmara un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLC) de notoria relevancia. El último socio es nada menos que China y, al dar este paso, Chile se ha convertido en el primer país occidental en firmar un TLC con el país asiático, que este año se ha convertido en la cuarta potencia mundial detrás de Estados Unidos, Alemania y Japón. Si bien la apertura comercial es un factor que en los últimos decenios ha caracterizado a la economía chilena, en este momento el ritmo al que el país andino celebra tratados comerciales es realmente vertiginoso. Pero el acuerdo firmado con Beijing no es importante solo porque se trata de un país que ha crecido a tasas de alrededor del 10 por ciento anual durante la última década o porque tiene un mercado potencial de 1.300 millones de habitantes. Es importante porque revela la persistencia del país andino en la creencia en la apertura comercial de su economía como su estrategia de largo plazo que conduce al desarrollo. En ese sentido, Chile ha firmado una seguidilla de acuerdos comerciales con países de las regiones más variadas del globo: Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, países del sudeste asiático, además de los más cercanos socios regionales.. Esto convierte a Chile en un país que tiene acuerdos comerciales con más de la mitad de la población del planeta. Actualmente, luego de haber firmado el tratado con China, se encuentra negociando con India -otro país que ha mostrado gran dinamismo en los últimos años-, Vietnam y Japón. La apabullante apertura de la economía chilena data al menos de varias décadas. El país se ha preocupado de entablar relaciones comerciales con distintas naciones, no importando necesariamente la posición geográfica del potencial socio.. Sin embargo, es lógico pensar que la mayor “afinidad” de Chile con los países asiáticos puede tener que ver con su ubicación en el continente americano. Chile es un país pequeño pero con muchos kilómetros de costa en el Pacífico y a la vez, separado del resto del continente por la monumental cordillera de los Andes, al este, y por el desierto, al norte. Esto, que podría considerarse una condición de relativo “aislamiento” regional, habría jugado al mismo tiempo a favor de la apertura hacia otras regiones, especialmente Asia. Sin ir más lejos, los vínculos entre Chile y China se remontan a 1970, cuando ambos países establecieron relaciones diplomáticas en un momento en que imperaba la política internacional de bloques. Chile continuó manteniendo relaciones con el país asiático aún luego del golpe de Estado del general Augusto Pinochet, dada la importancia de esa alianza. Actualmente los lazos de Chile con China son tan fuertes que el país más poblado del mundo se ha convertido en el segundo socio comercial del país latinoamericano, luego de Estados Unidos. En 2005, el comercio bilateral entre ambas naciones fue notoriamente prolífico: Chile importó de China poco más de 2.500 millones de dólares, mientras exportó la suma de 4.500 millones, logrando un saldo comercial con el país asiático altamente positivo. Chile contó históricamente con sucesivos gobiernos que fueron fervientes partidarios de la apertura y liberalización. Transitó en los ochenta y noventa por un proceso de apertura unilateral, reduciendo aranceles y barreras al comercio. Esto fue acompañado de las típicas recetas del Consenso de Washington (privatizaciones, desregulación, flexibilización) que, al igual que en el resto de América Latina, tuvieron serios efectos adversos, especialmente en el ámbito social. En la década del noventa, la economía mostraba gran dinamismo, sin embargo, no solo no mejoró la distribución del ingreso (en 1998 el decil más pobre de la población se apropiaba del 1,2 por ciento de los ingresos, al igual que en 1987), sino que la capacidad de ese crecimiento para generar nuevos empleos era muy limitada, al tiempo que se observó aumento del peso relativo de los empleos precarios. La apertura y “buenas” tasas de crecimiento no significaron entonces mejoras en las condiciones de vida de la población. Si bien a Chile se le reconocen similitudes respecto a los países europeos, todavía hay mucho para hacer en el terreno de la equidad. El año pasado este país fue elegido por el Foro Económico Mundial como el más competitivo de América Latina y el Caribe, y allí se subrayaban las virtudes de sus políticas macroeconómicas y la política fiscal. Este tipo de índices, medido por nivel tecnológico, calidad de las instituciones públicas y las condiciones macroeconómicas entre varios factores, no toma en cuenta otros aspectos clave del desarrollo, como indicadores de pobreza, educación, acceso a la seguridad social, a la salud o la propia distribución de la riqueza. Si bien la pobreza era en 2003 del 18,7 por ciento, a principios de los años setenta era de 19 por ciento, y en las décadas del ochenta y noventa alcanzó cifras alarmantes, como de 45 por ciento en 1987 y de 32,6 por ciento en 1992. Esto refleja que durante esas décadas del siglo pasado, la pobreza aumentó notoriamente, lejos de disminuir como los esquemas implantados auguraban. La distribución del ingreso sigue siendo inequitativa, no solo respecto de países desarrollados, sino incluso de otros países de América Latina que no son presentados como “modelos a seguir” ni gozan de competitividad tan elevada en cuanto instituciones o política macroeconómica. Por ejemplo, países de menor competitividad que Chile, como Uruguay, México o Argentina, tienen mejores indicadores de equidad. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2003 el 40 por ciento más pobre de la población chilena obtenía poco más del 13 por ciento de los ingresos, mientras que en Uruguay en 2002, ese 40 por ciento de la población se quedaba con más del 21 por ciento. El 40 por ciento de más bajos ingresos en México se apropiaba del más del 15 por ciento de los ingresos en 2004 y Argentina registraba en ese mismo año un 16 por ciento de los ingresos para aquel 40 por ciento más pobre de la población. Otra diferencia de peso respecto a los países europeos es que la economía chilena es bajamente industrializada. Esto se traduce en que sus exportaciones son en su mayoría del sector primario (principalmente minería, forestal y agrícola). Según el Banco Central de Chile, en 2005 los productos alimenticios, materiales crudos, aceites, grasas y metales no ferrosos constituyen casi el 85 por ciento de las exportaciones del país. Por lo tanto, la economía termina dependiendo de los precios internacionales de los productos exportados, tal como sucede en casi todos los demás países de América Latina. En el caso de Chile se acentúa por la alta proporción del cobre en sus exportaciones. En los últimos años dicho precio se mantuvo en buenos niveles, lo que permitió al país gozar de saludables indicadores económicos. Esto deja planteada la incertidumbre sobre hasta qué punto la performance de la economía chilena no se debe a esta bonanza en la demanda y en los precios del cobre. Es inevitable preguntarse qué pasará cuando el precio del mineral disminuya o simplemente se agoten las reservas. El 92 por ciento de los productos chilenos entrarán al gigante asiático con arancel cero, mientras 50 por ciento de los chinos entrarán a Chile en la misma condición. Los chilenos esperan que el tratado firmado con China les reporte fuertes inversiones, principalmente en sectores como el minero, el energético y la agricultura, consolidando el perfil primario exportador del país. Pero además, la composición del comercio bilateral es muy distinta. Si observamos los principales artículos incluidos en la lista de bienes con destino a China encontramos cobre, hierro, vino, frutas, salmón, además de celulosa, productos forestales, agrícolas y ganaderos. La mayoría de estos productos ya eran exportados al país asiático y sus cantidades se verán incrementadas a partir de la entrada en vigencia del acuerdo. Como puede apreciarse, el valor agregado en estos productos es muy bajo. Pero lo opuesto sucede con la nómina de los productos que los chilenos compran a China: artículos electrónicos, maquinarias y automóviles encabezan la lista. Mientras el gobierno argumenta sobre los beneficios de la firma del tratado, sosteniendo entre otras cosas que Chile se convertirá en puerta de entrada para las inversiones asiáticas en toda América Latina, no todos lo ven con ojos tan positivos para las naciones vecinas. Algunos analistas dicen que el acuerdo perjudicará, por ejemplo, a Argentina y Brasil, quienes actualmente colocan ciertos artículos industriales en el país y quedarán desplazados ante la competencia china de menores costos. El TLC con China entro en vigencia en octubre de 2006, en una coyuntura donde recientes informes alertan sobre el desaceleramiento de la economía chilena. Algunos afirman que el agotamiento de ciertos sectores productivos están generando dicho enlentecimiento mientras otros señalan a la baja en la inversión como el principal problema. El senador socialista Carlos Ominami sostuvo recientemente que hay problemas microeconómicos en la educación, la innovación y el agotamiento de ciertos sectores productivos que están “generando este crecimiento más bajo que el crecimiento potencial de la economía chilena”. Mientras la senadora opositora Evelyn Matthei enfatizó que la inversión entre marzo y junio de este año fue de 2,8 por ciento, lejos del 26,5 por ciento de igual período del 2005. Habrá que esperar para ver si ese enlentecimiento de la economía es solo coyuntural y se recupera rápidamente con la inversión esperada, o si tiene detrás causas más profundas que no se solucionan solo con mayor apertura. -------------------------------------------------------------------------------------------------------- “El Neoliberalismo y su dinámica en el Capitalismo Subdesarrollado” Introducción El modelo económico neoliberal impuesto en la periferia de forma ortodoxa ha dado sus frutos durante estos últimos treinta años. Frutos amargos para quienes lo aplicaron casi de forma fiel, y muy dulces para sus creadores en los centros de poder económico, político y académico mundial. Hoy muy pocos son los que se cuestionan el estruendoso fracaso que en materia de crecimiento económico y desarrollo ha sido el Neoliberalismo para América Latina. Sin embargo, algunos economistas defensores de la economía convencional achacan el fracaso a cuestiones básicamente extraeconómicas como la carencia de institucionalidad requerida, de una mayor movilidad y flexibilidad económica y social y toda una suerte de factores para justificar los fallos propios del Neoliberalismo como vía al crecimiento y desarrollo económico. La distracción de los fallos intrínsecos del modelo es resultado de la tentativa imperialista de encubrir la esencia de este modelo y sobre todo la estructura funcional de su sistema de funcionamiento. En nuestra opinión, los modelos como el Neoliberalismo son vías que encuentran el Capital Monopolista para lograr la valorización y reproducción de sus capitales y el funcionamiento orgánico de sus economías. En esta lógica los países periféricos gravitan en torno a un centro económico mundial que impone el tipo específico de gravitación, más claramente, el modelo global de reproducción del capital. El Neoliberalismo es precisamente un modelo global para la valorización y reproducción de los capitales. Visto así, las economías periféricas jugarán un papel condicionado al objetivo supremo del modelo, dígase la valorización de los capitales y la reproducción ampliada del Capital Monopolista. Los países subdesarrollados no construyen conscientemente su modelo de reproducción económica y al aceptar el modelo dominante pasarán a formar parte de una estructura económica mundial siendo sólo una pieza más en el gran mecanismo. Sus intereses propios, particulares, sus necesidades específicas no tienen nada que ver con el papel y el tipo de reproducción económica que comenzarán a realizar en las relaciones económicas internacionales. Intentar interpretar el funcionamiento de las economías periféricas haciendo abstracción del entorno del cual ellas forman una parte residual es algo que resquebrajaría la posibilidad de comprender la esencia de la dinámica de estas economías. En realidad, lo que para América Latina podía ser presentado como un modelo de desarrollo, es para una economía como la de Estados Unidos un modelo de acumulación y valorización de sus capitales que, por necesidad objetiva e histórica, debía ser de un alcance global. Es por eso que los modelos se le venden o imponen a las naciones subdesarrolladas por todos los medios para que participen de dicho modelo global. Lo paradójico es que se pueden tener tantas visiones de un problema u objeto como observadores haya, pero el objeto es sólo uno; o el Neoliberalismo es un modelo de desarrollo o es un modelo de acumulación del capital monopolista. Difícilmente pueda dar los dos resultados – desarrollo y acumulación – al mismo tiempo y para todos los participantes. Esto nos indica claramente la necesidad de desarrollar paradigmas propios del mundo subdesarrollado, nuevos paradigmas en el área de la teoría del desarrollo, comenzando por comprender que no podemos participar de un modelo Global de acumulación del Capital Monopolista Transnacional y suponer que eso tiene algún tipo de conexión con nuestro paso al desarrollo. Estos modelos no están diseñados con ese objetivo. Pero el cambio de paradigma no debe ser sólo en el campo de las concepciones sobre el desarrollo, el cambio debe abarcar cuestiones de la macroeconomía, del Sistema de Cuentas Nacionales, de la microeconomía, pues sobre todo esta última es el núcleo duro alrededor del cual se mueve toda la ciencia económica burguesa contemporánea, que a veces por falta de referencias la concebimos como la ciencia económica absoluta, obviando que es sólo un paradigma determinado. El objetivo central de este trabajo es realizar una crítica sistematizada a las principales cuestiones teóricas que promulga el modelo neoliberal para alcanzar el supuesto crecimiento y desarrollo económico en el mundo subdesarrollado. Es sólo un ensayo, no profundizamos demasiado en ninguna cuestión específica pero resaltamos como una crítica metodológica puede echar por tierra teorías muy lógicas, pero que no tienen en nuestra opinión un serio basamento científico. Para lograr este objetivo general hemos elegido como lógica de desarrollo el propio cuerpo de política económica que constituye el Programa de Ajuste Estructural, especie de síntesis del credo neoliberal y a él va dirigido nuestro estudio crítico. DesarrolloLa devaluación La devaluación es presentada como el primer paso a seguir para corregir los problemas estructurales que pueda estar afrontando la economía. ¿Cuál es el fundamento teórico para tal práctica? Las economías deben mantener en sus variables económicas externas, de la cual la tasa de cambio es una de las fundamentales, una base realista y competitiva. Esto significa en primer lugar la aceptación de que no sea el Estado a través de su política económica quien decida cuál será la tasa de cambio en que jugará su moneda. Esta elección, si se quiere que sea veraz, debe ser tomada en las instancias del mercado de divisas internacional. Como se sabe, dicho mercado de divisas mundial bajo la impronta del Sistema Financiero Internacional Neoliberal es de un fuerte carácter especulativo, volátil y pronorteamericano; por lo que las decisiones de valuar una moneda se complica sobremanera por la injerencia de las trasnacionales, Estados adversarios y especuladores de todo tipo y género. En realidad, los que diseñan la política económica global se las arreglan para que la devaluación de las monedas nacionales tenga como contrapartida la reevaluación del dólar. Esto se expresa en que las economías nacionales ven disminuido su poder adquisitivo, en un mecánico proceso inflacionario generado por la devaluación forzosa. En esta coyuntura, el proceso de devaluación de la moneda se ha convertido en la dolarización total o parcial de las economías subdesarrolladas. Lo que sucede es que los países no tienen cómo sostener su sistema bancario – financiero nacional con una moneda totalmente devaluada y recurren a emplear el dólar en sus economías. Desde la lógica de la economics el proceso de dolarización, forzosa o no, no es un elemento a tener en cuenta en los análisis económicos. Sin embargo, una lectura desde la economía política nos indica que la dolarización tiene causas precisas y consecuencias catastróficas en cuanto a lo social y sobre todo lo político se refiere. La dolarización reporta más beneficios a la economía norteamericana que a la de los países que la aplican. Para los Estados Unidos significa, entre otras cosas, un mayor alcance espacial e instrumental para realizar su política monetaria, al tiempo que puede subordinar los objetivos macroeconómicos de las naciones dolarizadas. Para las economías dolarizadas el problema de la inflación “resuelta” parece ser el mayor mérito de dolarizar la economía, sin embargo la pérdida de soberanía económica es sustancial. Además de la pérdida de soberanía económica, algunas investigaciones han señalado que la inflación no pudo ser resuelta sino a cambio de incrementar el desempleo y que el rumbo macroeconómico era ajeno a la voluntad nacional. Otros de los elementos que presentan los neoliberales como justificación para la devaluación de la moneda está en su filosofía de que son las exportaciones del país quienes propiciarán su crecimiento vía aumento de los ingresos por esta cuenta. Como se sabe, el devaluar la moneda abarata las exportaciones y hace más competitiva la posición del país que lo aplica. Sin embargo esto se ha convertido en un alma de doble filo para las economías nacionales. El consejo de exportar no fue dado a un solo país, sino a todos los países del III Mundo y todos lo tomaron en serio. Devaluaron sus monedas, abarataron sus producciones, pero la saturación de productos básicos que impregnó al mercado mundial hizo caer más de la cuenta los precios y los ingresos no se realizaron. Esto se evidenció en el deterioro progresivo, pero prácticamente indetenible de los términos de intercambio. Si tomamos a 1980 como año base podemos plantear que: en 1980 100 Uds. Sur = 100 Uds. Norte. Esto quiere decir que el Sur exportaba 100 unidades al norte, y con el valor de ellas podría importar 100 unidades del norte. Ya en 1992 la proporción era la siguiente: 100 Uds.. Sur = 48 Uds. Norte. Esto quiere decir que el Sur necesitaba exportar al norte 100 unidades para poder importar sólo 48 unidades del norte. La merma en el poder adquisitivo es evidente. Su impacto económico real se puede valorar en las siguientes pérdidas: África Subsahariana en el período que va de 1986 a 1989, en sólo 4 años perdió $55.9 millardos de dólares. América Latina desde 1981 hasta 1989 perdió 247,3 millardos de dólares. . Según el propio FMI, los precios de las exportaciones del Sur cayeron un 30 % entre 1996 – 2000. Como se puede apreciar, la devaluación es una concepción bien compleja para las economías subdesarrolladas. En política económica es una decisión que en ocasiones es racional tomar. El problema está en el contexto económico – institucional en que se tome. En un modelo económico donde el Estado tome sus decisiones con poder soberano sobre su economía y con un objetivo pro nacional bien definido su aplicación puede ser loable. Ahora, en el contexto de una economía neoliberal, y de un Sistema Financiero Internacional especulativo y pronorteamericano la devaluación de la moneda se convierte en el certificado de defunción de la moneda nacional, de las políticas macroeconómicas nacionales y de la capacidad de desarrollo autóctono de las diferentes economías. Austeridad presupuestaria En la concepción neoliberal encontramos una fobia desenfrenada contra el déficit presupuestario. Esto no es casual. Para los monetaristas la causa más profunda de la crisis económica está en la ruptura del equilibrio monetario, en el exceso de oferta monetaria que ocasiona inflación y corrompe el sistema económico.. Para ellos el problema fundamental de la economía capitalista lo es la inflación. Por tal razón inician su ofensiva en esa dirección. Como se sabe, el modelo keynesiano que dominó el escenario económico capitalista a partir de la II Guerra Mundial concebía el principio de la demanda efectiva según el cual la economía tiende a una situación de equilibrio macroeconómico, pero que dicho equilibrio era poco favorable para el sistema al lograrse en un punto de subempleo y estancamiento económico. En ese sentido Keynes recomendaba que el Estado debiera realizar amplias inversiones públicas con el fin de estimular la demanda, el empleo y los ingresos, sacando a la economía del maltrecho equilibrio en que se hallaba estancada. La recomendación keynesiana del gasto público fue asumida por los países capitalistas a través de dos salidas fundamentales, el Estado de Bienestar Social, y la Militarización de la economía. El Estado de Bienestar fue, sin duda alguna, un alivio para millones de personas en las naciones capitalistas. Se crearon redes de seguridad social, asistencia médica, educacional… El militarismo constituyó la “contrapartida dialéctica” del Estado de Bienestar. La economía capitalista tomó el rumbo bélico para lograr su reproducción con toda la carga negativa que traería para la humanidad. Al plantearse la necesidad de sustituir el modelo Keynesiano y ser suplantado por el modelo neoliberal el Estado de Bienestar Social fue puesto inmediatamente en el centro del colimador. Las causas fueron económicas, políticas, filosóficas, etc. Esto es importante para comprender qué hay detrás de su lucha por un presupuesto equilibrado. Desde la racionalidad económica el modelo neoliberal se presentaba como la política económica que al fin iba a desaparecer el problema de la inflación que agobiaba al pueblo norteamericano. Para Friedman y compañía, la inflación era fruto de una incorrecta política monetaria del Estado. Este inyectaba demasiado dinero a la circulación, más del que el mecanismo económico podría asimilar. La causa de tanto dinero en circulación estaba en la política keynesiana de gasto público deficitario. El Estado de Bienestar se sufragaba de esa manera. Desde el punto de vista económico este Estado se hacía indeseable pues era demasiado costoso para la racionalidad capitalista. Para Friedman y los monetaristas el organismo económico social capitalista es armónico y las crisis son sólo provocadas por factores externos (Estado), por lo que no habría que preocuparse por la reproducción de la economía pues ella por si sola a través del mercado lo lograría. De tal forma deciden que el Estado de Bienestar Social es totalmente contraproducente desde la perspectiva económica. En el plano político es importante recordar que el Estado de Bienestar surge en medio de la Guerra Fría. La existencia de la URSS y el campo socialista hacían ver a los teóricos de la burguesía que el “fantasma del comunismo” no era ya una vacua abstracción y que había que enfrentar en el plano político e ideológico esa amenaza. El enfrentamiento entre los sistemas tomó variadas formas, pero sin lugar a dudas la implementación del Estado de Bienestar Social fue una de ellas. Aprovechando la coyuntura creada por el modelo keynesiano con su política de gasto público deficitario se pudo materialmente implementar esta variante con el objetivo de entibiar las contradicciones económico –sociales del sistema. Recordar que en la competencia Capitalismo vs Socialismo el desarrollo social era clave. El Estado de Bienestar cumplió su cometido en las principales naciones capitalistas. Ahora bien, la existencia de dicho Estado, es en nuestra opinión, un fenómeno coyuntural e histórico. No era como lo habían proclamado los políticos burgueses la cúspide de la sociedad capitalista. Con la eliminación del modelo keynesiano el Estado sufrió serios golpes en los países más desarrollados, y en los subdesarrollados fue prácticamente abolido. La caída de la URSS significó el advenimiento a un mundo con un solo sistema. El pretexto real del Estado ya no existía. Su utilidad política era prácticamente nula. Su hora había llegado. Si bien con esos elementos bastaría para entender por qué los neoliberales de hoy critican los presupuestos grandes y deficitarios, sería conveniente además acercarnos a su ideología y filosofía ética y económica para comprender su recomendación. No debemos olvidar que ellos son herederos de la filosofía individualista del siglo XVII y XVIII y que conciben la práctica individual como el motor impulsor del progreso humano. El Estado es asumido como un intruso cuando intenta participar de la economía y romper la ética del mercado y la plana libertad económica. Un economista insigne del Neoliberalismo como Friedman dice en si libro Libertad de Elegir: “El Estado puede prosperar y construir monumentos impresionantes. Las clases privilegiadas pueden gozar de todas las comodidades materiales, pero el común de la población no es más que un instrumento utilizable para conseguir los fines del Estado, y no recibe más de lo necesario para mantenerla dócil y razonablemente productiva”. Friedman es en verdad un economista que no comparte la idea de que el Estado pueda hacer una buena labor económica, pero su teoría realmente lo que defiende es el predominio del mercado en la vida económica respondiendo a los intereses del capital trasnacional que vería muy bien si el Estado se alejara de aquellas ramas atractivas para el capital y si no realizara procesos inflacionarios que atentan contra sus ganancias. En verdad, ni Friedman ni ningún otro economista burgués se atrevería a no reconocer que gracias al Estado y su proteccionismo, la economía capitalista logró desarrollarse en la competencia y ha podido saltear sus contradicciones históricamente. El Estado – Nación ha sido prácticamente extirpado de su poder económico en los países subdesarrollados, no así en los desarrollados, el objetivo es claro: desmantelar los sistemas protectivos de la economía nacional y exponerla a la influencia externa. No queremos profundizar más en ese aspecto, pero la idea de debilitar al Estado en sentido general, es más propaganda mediática y académica que otra cosa. En ese aspecto los países desarrollados han adoptado la filosofía de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Lo que se le ha impuesto a los países del III Mundo en cuanto a la elaboración y cuantía de sus presupuestos a través de los Programas de Ajuste Estructural no es más que la filosofía neoliberal emergida y consolidada con la eliminación del Keynesianismo y la caída de la URSS. Lo que tranquilamente se le aconseja a los gobiernos no es más que la destrucción de las conquistas sociales, sindicales, políticas y clasistas alcanzadas por los trabajadores y otros grupos sociales en una larga lucha histórica. Por supuesto, no debe creerse ni por un instante que los teóricos neoliberales son ajenos a ese efecto de sus consejos. EL pretexto de que restringiendo el Gasto Público se evitaría la inflación y todo lo demás en la economía funcionaría armónicamente no es más que una estrecha teoría que no se justifica en ningún elemento de peso. La inflación puede haber disminuido en algunos países donde esta receta se ha aplicado, pero esto no es la gran cosa porque ha sido a costa de provocar recesión económica, incremento del desempleo estructural y la eliminación de recursos materiales y financieros que aseguraban la existencia de economías nacionales y, por supuesto, millones de personas. En suma podemos plantear lo que es evidente: el impacto social y económico que ha tenido la aplicación de la disminución y readecuación del presupuesto en los países subdesarrollados ha sido terrible. Esta tesis no parece que haya que demostrarla con datos. Liberalización de precios En su casi fanática apología del mercado como regulador por excelencia los neoliberales señalan que todas las variables del sistema económico deben estar completamente desreguladas, dígase desvinculadas de los mecanismos de control estatal. Los precios son una variable clave en esa lógica. Según Friedman, los precios son los encargados de hacer funcionar el mecanismo económico de mercado, por lo tanto mientras más veraces, más auténticos sean estos precios, mejor cumplirán su función. Por tal razón se condena toda regulación o imposición artificial de los mismos a través de los subsidios estatales. Si el Estado impone un precio que no es el auténtico, pues, el mercado funcionará incorrectamente. Esa es la lógica. El Programa de Ajuste Estructural comprende esta idea y hace que los Estados se acoplen a ella. Nada de subsidios a la producción ni al consumidor. El Estado que subsidia su producción estaría subsidiando la ineficiencia económica de su sistema – diría un buen neoliberal – y el Estado que subsidiara a un consumidor estaría atentando contra los principios naturales de la sociedad capitalista, en una sociedad de competencia no hay lugar para subsidiar el consumo. Eso es en teoría, pero, ¿qué se desprende de esto? En primer lugar, cuando el Programa de Ajuste Estructural lleva a eliminar los subsidios sobre la producción nacional está dejando que su industria nacional compita en desventaja con las industrias foráneas más desarrolladas – recordar que estamos situados desde la perspectiva de una economía subdesarrollada – pues, los precios de las mercancías extranjeras podrían atrapar el mercado interno de nuestra nación y llevar a la quiebra a nuestra industria. Ellos conocen eso. Además ocultan que sus economías no se desarrollaron con un mercado abierto a producciones más baratas, más bien el proteccionismo fue su práctica por excelencia. Esto es en el plano más macroeconómico, pero los efectos microeconómicos son visibles rápidamente visibles. Al Estado liberar los precios estos tienden a subir rápidamente haciendo sentir su impacto en el costo de la vida primero y más tarde en el estructura de costos de las producciones. El efecto final, en definitiva es una subida del nivel general de los precios que se ve acentuado además con la devaluación de la moneda promovida por el propio programa. En definitiva este paso no hace más que llevar al interior de las economías nacionales el carácter especulativo y volátil del mercado mundial. Su resultado es que deprime el poder de compra de los habitantes del Tercer Mundo disminuyendo el mercado interno. Este achicamiento del mercado interior pudiera ser catastrófico sino fuera porque este modelo neoliberal se apoya en el mercado externo y no en el interno, sólo que con políticas como la de devaluación y liberalización de precios la posibilidad de alcanzar algún desarrollo en el comercio exterior es prácticamente nula. No en balde el modelo neoliberal ha sido huérfano de crecimiento económico para la mayoría de los países que lo han aplicado. El resultado esperable de liberalizar los precios es la ruina de la producción nacional y la disminución de la demanda efectiva en las economías subdesarrolladas. Liberalización del sistema bancario El primer paso en la reestructuración propiamente dicha de la economía está en la liberalización del sistema bancario. Como puede apreciarse el sistema aspira a que en los marcos de una economía nacional las cosas funcionen como lo hacen a nivel internacional. Por tal razón desean la liberalización y desregulación del sistema bancario de los países. Según los teóricos del Neoliberalismo los países subdesarrollados se caracterizan por poseer un Sistema Monetario – Financiero muy anticuado y rígido, incapaz de responder a las exigencias de la competitividad económica actual y es por eso que recomiendan que los gobiernos suelten dichos sistemas. ¿Qué hay detrás de esa receta? Según acuerdos firmados en 1993 los bancos comerciales extranjeros están autorizados a entrar libremente en los sectores bancarios nacionales. Es decir, los mismos enfrentamientos que habrían de darse en la competencia mercantil, ahora habrían de darse contra los bancos extranjeros, que no serían en pocas ocasiones bancas trasnacionales con poder financiero – económico suficiente como para arrodillar una economía nacional si se le deja entrar libremente al sistema nacional. Un primer interés entonces es visible. Se trata de dar apertura a un nuevo nicho que hasta entonces era inaccesible institucionalmente hablando. Los sistemas nacionales estarían también en la subasta del mercado mundial financiero. En segundo lugar, la desregulación del Sistema Bancario – Financiero nacional favorecería convertir las economías nacionales en tributarios del Sistema Financiero Internacional de corte neoliberal que se impone en la actualidad. El sentido de existir de estos sistemas nacionales no sería más que nutrir el Sistema Monetario Financiero Internacional. En tercer lugar el FMI puede comenzar a fluctuar la tasa de interés o a subsidiarla. En la práctica la conveniencia trasnacional es elevar las tasas de interés para fomentar el desarrollo de la economía financiera. Pero la elevación de las tasas de interés en los bancos nacionales repercute sobre los precios internos. Esta política conduce al hundimiento del crédito tanto para la agricultura como para la industria del país. Después de esto, el propio sistema bancario entorpece el crecimiento de la inversión y la producción. Es de esperar una disminución catastrófica en la inversión, los ingresos y la ocupación. De tal forma, las nebulosas e inseguras ventajas de la liberalización del Sistema Financiero –Bancario Nacional, son oscurecidas aún más por las graves deformidades que inferirán a la economía nacional en su conjunto. En realidad, esta es una medida que beneficia al Capital Financiero Trasnacional pero es inaceptable pensar que pueda favorecer en algo al interés nacional de un país. Liberalización del comercio Esta es una característica emblemática de la política económica neoliberal. Desde sus inicios, el Liberalismo Clásico se basó en el principio del “libre cambio” entre personas, pueblos y naciones como vía al desarrollo. Ahora el Neoliberalismo intenta reimponer esa filosofía optimista lanzada por Smith en el año 1776. Se les vende a los países del III mundo la idea de que la liberalización de su comercio causará el tan esperado desarrollo. La liberalización significa que el Estado deje correr libremente sus flujos comerciales nacionales e internacionales, fundamentalmente este último. No deben existir políticas proteccionistas tales como la aplicación de aranceles a las importaciones, cuotas, discriminación a productos foráneos, dumpings, etc. El país debe abrirse al mercado mundial y competir. ¿Cual es la verdad histórica? El Liberalismo clásico se desarrolla en Inglaterra después que esta se había convertido en la primera potencia económica y comercial a nivel mundial. Este desarrollo lo logró en base a una política opuesta al liberalismo económico, lo hizo a través del proteccionismo económico. Después de tener confianza en su extraordinario poder podía darse el lujo de desear la competencia frontal contra cualquier economía del mundo. No tiene nada de extraño pues, que comenzarán a dar propaganda al Liberalismo Económico. Era la forma más factible para que sus no muy doctos competidores abrieran sus economías y mercados a una lucha que iban a perder de cualquier manera. Esta es la misma lógica que prevalece en la actualidad. Los países más desarrollados, que se desarrollaron protegiendo su economía y comercio (Estados Unidos es un ejemplo clásico en este sentido) incitan ahora a los países subdesarrollados a “competir libremente “en el mercado mundial. Esta “libre competencia “ tiene lugar entre países que exportan productos de alto valor agregado unos y otros productos básicos o intermedios, tiene lugar también a través de un comercio cautivo en el interior de trasnacionales que dominan más del 40% del mercado mundial al cual no tiene acceso los países subdesarrollados, tiene lugar también con un comercio de productos agrícolas fuertemente subsidiados por los países industrializados y con altos costos de producción por parte de los subdesarrollados, ocurre también soportando las hipócritas políticas proteccionistas del Norte, ocurre enfrentando el dumping de los comerciantes norteños, ocurre en definitiva en una práctica totalmente opuesta al discurso oficial de liberalismo económico. En realidad, los países desarrollados no han transitado ni mucho menos a una postura de liberalidad comercial. Han prácticamente obligado sin embargo a las naciones periféricas a abrir su comercio llevando su producción nacional a la ruina al tener que enfrentar productos extranjeros más baratos por la alta productividad de las economías de donde proviene y por los elevados subsidios que les otorga el Estado a sus productores. Nada más alejado del discurso. El Estado financia la competitividad de las empresas privadas. Los países que en el marco de las economías subdesarrolladas han conocido cierto desarrollo e incluso industrialización, lo han logrado protegiendo sus economías, su sistema bancario – financiero y su comercio, no aplicando los dogmas neoliberales de apertura y liberalización (tal es el caso de algunos países asiáticos). Los que supongan que el libre cambio sea posible como alternativa de desarrollo deberían reflexionar sobre si alguna vez este ha existido en realidad, y si es posible que bajo el dominio del Modo de Producción Capitalista –sobre todo en su vertiente Neoliberal – pueda existir algún día brindando igual desarrollo para todos sus participantes. Privatización de empresas publicas En la ortodoxa neoliberal el Estado es un mal empresario, gestor de corrupción e ineficiencia económica, de tal forma, la empresa debe ser privada y no estatal o pública. Bajo esa óptica incluyen en sus programas de ajuste la necesidad de privatizar las empresas. No discutiremos aquí la superioridad o no de la participación empresarial del Estado sobre la privada. Hay algo más importante que perder el tiempo en esa discusión y es encontrar el interés oculto tras ella. Ciertamente, en la economía actual prima la trasnacionalización y liberalización de las relaciones económicas, lo cual indica que ningún cambio en ninguna economía pasará desapercibido. Si alguna economía periférica decide privatizar sus recursos estratégicos, como lo han hecho muchos países de América Latina movidos por la necesidad de pagar parte de su deuda externa, pues ya el comprador y empresario privado no será un capitalista local, sino internacional, o trasnacional. Esto resulta en que el acto de privatización se convierte en acto de desnacionalización de los recursos estratégicos de la nación. Si esto no sucede directamente, pues pasará indirectamente. Si la empresa se privatiza y pasa a ser propiedad de un capitalista nacional, es difícil creer que este capitalista local podrá hacer frente a las empresas trasnacionales si es que estas se interesan en destruirlo. En todos estos análisis es importante tener siempre claro que el contexto es de apertura y liberalización, que la competencia es frontal aunque en extremo dispareja. Si las empresas quedaran en manos estatales, o si el Estado protegiera las economías muy distintas serían las cosas. Pero es precisamente el debilitamiento estatal y la privatización desnacionalizadora lo que ocultamente busca el Programa de Ajuste Estructural. Los países de América Latina han visto como sus recursos más preciados se han agotado sin haber tributado en nada al desarrollo de sus naciones. El gran favorecido ha sido y es el capital trasnacional. El problema es en verdad grave. En Argentina por ejemplo, durante la crisis de fines de siglo, se privatizaron hasta los cementerios. La flota aérea del país se vendió casi completa a precios ridículamente bajos. En Rusia los recursos energéticos fueron privatizados y desnacionalizados en su mayor parte. La promesa capitalista para Rusia se convirtió en la usurpación de las riquezas a las que antes no podía acceder el capital trasnacional. Los países no tendrán forma de salir del subdesarrollo si acceden a desnacionalizar sus recursos. Es imposible alcanzar algo en economía nacional si no se explotan a favor de las naciones sus recursos. La economics no puede hacer frente a estos problemas, pues los denominan extraeconómicos, sin embargo para la Economía Política son procesos claves para entender la realidad y perspectivas de nuestras economías. CONCLUSIONES Podemos plantear que el modelo neoliberal sintetizado en los Programas de Ajuste Estructural más allá de ser un programa de desarrollo económico es una herramienta del capital trasnacional para adecuar el funcionamiento de las economías periféricas a sus necesidades de valorización y acumulación contemporáneas. Como se trata de programas pro – capital trasnacional el logro de algún crecimiento económico real para las naciones que lo aplican será una resultante marginal de su aplicación. Más bien la apertura y desprotección económica, financiera y comercial que se auto imponen o le imponen los organismos internacionales a las naciones sirve en lo fundamental para nutrir de recursos naturales, económicos, humanos y financieros a los sistemas mundiales y a las naciones abanderadas de esos sistemas. Las necesidades básicas de desarrollo endógeno, de política social, de política redistributiva de la riqueza, de planeación estratégica no tienen lugar en esta lógica del neoliberalismo global. La irrupción de modelos económicos adversos a nuestros objetivos estratégicos como región sólo puede ser fruto de la conveniencia política, el mimetismo ideológico –cultural y la indolencia y ausencia de compromiso de los economistas teóricos que aceptan estos engendros foráneos acríticamente y no diseñan alternativas en el plano científico al dominio de la ciencia económica burguesa convencional. Apristamente con Victor Raul c. Mauro Mamani Mamani |
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