Tejada: límites de una designación
La designación de Alberto Tejada en el MINSA, expresa alejamiento de la realidad de salud de nuestro país, y puede encasillar la promesa de lograr un sistema universal de salud. Es urgente saber qué piensa Tejada y cuáles han sido sus vivencias, análisis y anclaje formativo en la salud pública; conocer sus aportes sobre el sistema de salud, el financiamiento y sus fuentes, la fuerza laboral sanitaria, los medicamentos, el acceso universal frente al aseguramiento, los derechos de los usuarios, etcétera.
Esta designación no debería excluir del manejo del sector a aquellos que tienen una visión y perspectiva sobre qué hacer para lograr una transformación, y que se hallan en el ceno del propio Partido Nacionalista y en otros núcleos que desde hace mucho están aptos para conducir el sector, y que son parte de las corrientes locales y globales en salud. Optar por alguien de fuera en un contexto de altas expectativas generadas por el antes candidato, es contradictorio, o podría responder a influencias interesadas en mantener el mercado de la salud desregulado y fortalecido frente al derecho a la salud.
País pobre, distrito acomodado
Lograr un sistema universal de salud implica destrabar los conflictos que hoy hacen que éste sea en sí mismo excluyente y que impulse que la gente gaste altas cantidades de dinero o se empobrezca cuando enfrenta la enfermedad; requiere asimismo enfrentar una serie de intereses como los de la industria farmacéutica, las aseguradoras, los grupos conservadores; además es necesario tener una visión del sistema en su conjunto para ordenarlo y fortalecer el interés público en su desenvolvimiento.
Una cosa es conducir un distrito de clase media alta como San Borja y promover la actividad física (lo cual está bien) que desde mucho antes de su gestión ya los samborjinos cultivábamos, y otra cosa es enfrentar la realidad nacional en salud que evidencia indicadores alarmantes marcados por la exclusión y la discriminación, en medio de situaciones que requerirían haberlas conocido para sentar posición sobre ellas; es decir, tener un conocimiento cabal de la realidad que se deberá abordar, que va más allá de una formación médica especializada que puede alejar la salud para priorizar la medicina.
Conversación y acuerdos
Tuve la oportunidad de conversar con Tejada en febrero de este año, en relación a una propuesta de Reforma Universalista. Tejada señaló que el contexto político en el Perú no daba para una propuesta de izquierda (Ollanta tenía 11% en las encuestas), que se trataba de algo inviable; ese contexto varió y la expresión política del país hoy no sólo permite, sino exige avanzar hacia la universalización de la salud con todo lo que ello implica. Él insistió en el desarrollo “municipios saludables” (asociación que presidió siendo alcalde), lo cual es necesario, pero en un real contexto de integralidad y abordaje de los determinantes de la salud y no como islas/proyectos desconectadas de la realidad nacional y global.
Tejada tendría que lograr un acuerdo y compartir el poder con quienes sí están metidos en la salud pública, con el Partido Nacionalista, con los trabajadores y con la sociedad civil, que tienen ideas, propuestas, medidas y experiencias desarrolladas para transitar hacia un sistema universal en el país; es decir, legitimar y validar su gestión con apertura y actos políticos como la convocatoria a la Asamblea Nacional de Salud y la modificación de la composición del Consejo Nacional de Salud.
Ollanta y el nuevo gobierno han asumido que un médico con prestigio puede orientar las expectativas en salud, pero obvian que en la campaña lanzaron al ruedo político una propuesta de enorme trascendencia para la salud pública. Sería idóneo que el Presidente y su Primer Ministro indaguen acerca de la magnitud de lo que significa un sistema universal de salud, y así entiendan que se requiere avanzar sin titubeos a favor de esa promesa cientos de veces repetida en campaña y en la noche del 5 de junio.
El ánimo electoral
Teniendo en cuenta el ánimo electoral, Tejada debiera solicitar el aporte decidido de la izquierda y del progresismo en salud, para así evitar entregar un sector clave para la inclusión social, a las manos de la continuidad o del conservadurismo sanitario que asume ciertas políticas y paradigmas como camino para variar las exclusiones en salud, cuando justamente el actual modelo de acceso está en cuestión política, organizacional y económicamente. Entendimiento para consensos, apertura, innovación, creatividad y decisión deben mostrarse desde un primer momento, para que los actores sanitarios se conjuguen en pro de la salud de la población.
Esta designación debe incorporar en su gestión las dimensiones del ofrecimiento de sistema universal de salud, ligándola con indicadores claros a la inclusión social. Ollanta debe entender que para atacar todo lo que criticó insistentemente en la campaña sobre las exclusiones e intereses que impiden que la salud sea un derecho, se requiere dejar fluir a las fuerzas que empujan el sector. Las cosas tendrán que ser convocantes para que la futura gestión en salud avance en la orientación que el nuevo presidente proclamó en calles y plazas.
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