viernes, 11 de mayo de 2012

A propósito de las últimas reflexiones sobre el PAP, les presento mi visión personal de la agenda y de los puntos sobre los que debemos debatir con urgencia, incidiendo en lo fundamental que es repensar el PAÍS y a partir de ahí emprender la tarea de modernizar nuestra APRA camino a sus 100 años y convertirla en la herramienta transformadora y modernizadora del Perú del Bicentenario!


Para consolidar el avance del Perú - Agenda del APRA del Siglo XXI

 
El país ha transitado en los últimos años, tras el retorno a la democracia en 2000, por una recuperación y alza de sus índices económicos signados en las postrimerías del fujimorato por la recesión que asfixió la economía nacional; este avance, que en el gobierno de Alejandro Toledo significó en términos porcentuales la reducción de la pobreza en menos de 2%, fue mucho más evidente en el quinquenio aprista, en donde se eliminó el analfabetismo, se redujo la desnutrición infantil, se electrificó y llevó agua potable a miles de pueblos y principalmente se redujo la pobreza extrema en 18 puntos porcentuales, cifra que esperemos en los siguientes años progrese hasta erradicar definitivamente la miseria en el Perú.

Dicho crecimiento nos pone ante nuevos retos que debemos asumir camino a la celebración de los 200 años de vida republicana, que representarán para las nuevas generaciones que nos sucedan sin duda un tópico recurrente de análisis y de activismo social, que tenemos la obligación de orientar hacia iniciativas constructivas que alejen el fantasma de las ¨refundaciones¨, germen recurrente en la voluntad de caudillos que quieren rehacerlo todo a su antojo, dañando de esta forma la continuidad y las instituciones democráticas. Es el momento de generar grandes consensos nacionales hacia la construcción de un Perú de primer mundo. En este consenso la madurez de un APRA camino a su centenario es de vital importancia.

Es por ello que, en principio, debemos enfocarnos en consolidar la democracia y el apego a los valores republicanos y en la construcción de una ciudadanía propia del siglo XXI. La democracia debe convertirse en la estructura mental del ciudadano y en la consciencia social en un presupuesto no discutible y debe tener en la participación, mediante los canales adecuados, en los asuntos de la comunidad de cualquier compatriota su manifestación más evidente. Para ello tenemos que convencer a la mayoría de peruanos de aceptar firmemente y por consenso que la libertad, base de la estructuración del sistema democrático es la única plataforma para el progreso. Sólo así podremos plantearnos objetivos que respondan a la necesidad de dar el salto cómo república de la pre-modernidad a la modernidad.

Todo esto, además, dejaría sin base real a las organizaciones violentistas que ven en el conflicto y la sangre las únicas vías para generar transformaciones sociales y adoptan el terrorismo cómo medio de acción. Generando consciencia cívica y democrática reduciríamos al mínimo no sólo la acción de estos grupos retrógrados, sino además combatiríamos la aún presente tendencia autoritaria y violenta de la sociedad peruana. Aún hoy, pasados más de 20 años, casi la mitad del Perú considera que el autogolpe de 1992 llevado a cabo por Alberto Fujimori fue una medida ineludible para salir de la crisis en la que el país se hallaba inmerso; pero lo más alarmante es que aproximadamente un 35% de la población peruana avalaría nuevamente un quiebre democrático si se configurasen ciertas circunstancias apremiantes. Se requiere entonces un aparato político partidario democrático de defensa de la libertad, de propaganda de los beneficios de la misma y sobre todo educador del soberano, del pueblo.

No debemos perder de vista además que la victoria sobre los rezagos de las opciones autoritarias y totalitarias, algunas de ellas como la senderista con aliados tan nocivos como el narcotráfico, tendrá necesariamente un contenido ideológico mínimamente articulado, y se debe plantear en una de sus aristas más importantes desde los campus de educación superior en la confrontación de ideas y planteamientos. En este punto el rol del APRA tiene que ser fundamental y activo en los claustros universitarios propiciando que sus cuadros sean los primeros defensores de la libertad, del progreso y los más enérgicos censores de la violencia y el terror. La tarea política del camino hacia el bicentenario es propiciar la unidad y la reconciliación entre todos los peruanos; para así, integralmente cómo nación construir una sociedad más justa, solidaria y fraterna.

En lo concerniente a la afirmación de la democracia debemos encarar con acción concreta la desgastada prédica de consolidar los partidos políticos en el país, partidos que a su vez deben ser instituciones que realicen pedagogía política de los valores democráticos y posibilidades ciudadanas en estos tiempos; los partidos deben ser además herramientas que la población sienta cómo propias y útiles a la solución de sus necesidades y observen cómo facilitadores de oportunidades de crecimiento y desarrollo personal. Sin duda estas organizaciones deben abrirse a la sociedad y no dar la impresión de ser camarillas herméticas de sempiternos dirigentes, para ello es positivo impulsar la renovación democrática y continua de su conducción y el rediseño de sus estructuras orgánicas.

Se requiere con acento fundamental que los partidos se planteen con seriedad interpretar el lenguaje que propone el nuevo milenio y sobre todo en el que se expresa su juventud, ya que ésta representará en unos pocos años la mitad del electorado que decidirá el rumbo en el que estará encaminado el país en 2021. Esta juventud, cuyos índices aún hoy son alarmantes (2 de cada 3 jóvenes entre los 18 y 23 años no estudian ni trabajan) sin duda requiere recibir un mensaje democrático claro y concreto que incida en sus intereses, que tenga además formato virtual dinámico y participativo; mensaje que los anime a militar activamente en propuestas, en iniciativas, no en estructuras rígidas, que los anime a participar en proyectos de desarrollo colectivos no en maquinarias para la satisfacción de apetitos personales.

Partidos además que asuman como propia la defensa de los derechos fundamentales para que éstos no sean dejados sólo para la plataforma de colectivos sin capacidad ni fuerza para presentar una alternativa integral al país. Partidos que propicien un fortalecimiento y modernización del movimiento sindical nacional, estrechando lazos con el mismo, un sindicalismo no anti empresa, ni contrario a la inversión, ni mucho menos improvisado sino orientado al desarrollo, técnicamente actualizado y que busquen estímulo y capacitación para el trabajador; en este punto la nueva ley general del trabajo debe ser un objetivo a conquistar. Partidos que a su vez asuman como propia la defensa de los derechos del consumidor, entendiendo a éste cómo agente básico de la dinamización de la economía y el progreso. El APRA, primer movimiento político del siglo XX, debe ser el pionero y arquetipo en la realización y estructuración de todos estos planteamientos y cambios en las organizaciones políticas enfocadas a la justicia social de cara al siglo XXI.

Es importante además ser conscientes que el avance económico del Perú sin duda podría ser mejor aprovechado si se adoptara la decisión política de apostar, cómo todos los países que han dado el salto al primer mundo, por una inversión poderosa en educación, en investigación y en ciencia y tecnología. El Perú actualmente invierte sólo el 3 % del PBI en educación, si repasamos las experiencias de las naciones emergentes, los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y los países nórdicos (con los índices de desarrollo humano más altos del planeta) veremos que iniciaron la travesía del desarrollo con una asignación fortísima de presupuesto a este sector. Debemos además con urgencia revisar los conceptos que rigen la educación nacional hoy en día, que ha tendido a flexibilizar la transmisión de información por la meta de crear mentes más críticas, una herencia aplicada hasta niveles absurdos por los constructivistas seguidores de Piaget en el país. Debemos combatir la realidad que nos gobierna: somos de los últimos países en el orbe en comprensión lectora y en calidad educativa; no podemos permitirnos educar a las futuras generaciones indiferentes al ejercicio del saber en pleno imperio de la sociedad del conocimiento.

Las recetas del éxito de éste ágil y conectado milenio no se encuentran sólo en la fabricación a gran escala de productos, en la agricultura o en la extracción de minerales, sino más bien en la explotación de las ideas relacionadas a la investigación, al desarrollo del- software, a la creación de nuevas patentes, en resumen a la revolución tecnológica. Los países de primer mundo invierten gran parte de su PBI en estos puntos mientras el Perú aún no llega ni siquiera al 1% asignado a este sector. Incluso muchas naciones entendieron que era necesario crear un ministerio de ciencia y tecnología, transitemos ese camino. Podríamos esbozar la creación de parques de innovación tecnológica unidas con las empresas ya existentes ahora, es un nuevo paradigma que en Europa y Estados unidos esta dando resultados y que aparenta no ser incompatible para el Perú, si adaptamos el concepto a nuestras posibilidades; consiste a groso modo en un reordenamiento de las industrias siguiendo un planeamiento estratégico general con visión tecnológica. Cómo el Partido de la revolución constructiva de la tecnología deberíamos enfocarnos en presentar al país iniciativas avezadas e innovadoras cómo esta.

Tocar el punto de la educación y de la ciencia y tecnología nos lleva a plantearnos la necesidad de una revisión obligatoria a la currícula y al funcionamiento de la institución universitaria en el país, la nueva reforma universitaria debe fundamentarse sobre los principios de democratización interna de los claustros y además en orientar la mentalidad del reclamo y de la energía del movimiento estudiantil en una consigna fundamental y clara: universidad eficiente, transparente y de calidad. Esto pasa además por fiscalizar y ser más estricto con la oferta que el Estado permite que exista de las universidades y poner barreras más altas para la creación de nuevas instituciones de educación superior. En resumen urge cambiar la ley universitaria dada durante el Fujimorato, que da a luz al planteamiento de la universidad empresa, que tanto daño nos ha ocasionado. Es importante además estimular la visión de que las carreras técnicas son una necesidad vital para el desarrollo del país,ya que muchos observan esta alternativa como premio consuelo al no poder ingresar a una universidad.

Existe además un fenómeno que es digno no sólo de estudio sino de planificación de políticas que hagan que se consolide un esquema de desarrollo en torno al mismo, este es el del emprendimiento. La micro, pequeña y mediana empresa moviliza un porcentaje altísimo de la producción del país (40% aprox. Producto Bruto Interno) y se le está dejando con poca atención. No existe desde el Estado aún una voluntad ordenada de apoyar con capacitación y crédito a este basto sector que no sólo produce y engrosa el PBI sino que además da trabajo a más peruanos. En este punto es clave señalar que gran parte de estos emprendedores son jóvenes que buscan en el mercado una oportunidad para desarrollarse y crecer. A ellos se debe llegar dotándolos de herramientas y conocimientos que hagan posible que el éxito sea una probabilidad más alta, encaminándolos hacia la tecnificación y logrando que miren al mercado mundial como reto y posibilidad. Deberíamos tener cuando menos un Viceministerio de emprendimiento con capacidad de gasto para estimular la consolidación de esta corriente generadora de riqueza.

Por otro lado es necesario repensar el actual proceso de descentralización en el que estamos inmersos desde 2002, primero admitiendo que lo que se ha llevado a cabo es más bien una departamentalización, en donde el problema no se ha solucionado sino más bien ha mutado por la poca capacidad para ejecutar el presupuesto, por la poca estimulación de capacidades de los funcionarios públicos y por la proliferación de caudillos que tratan de convertir a sus regiones en auténticos feudos para el aprovechamiento personal o de facción; debemos reconocer además que es un proceso que la población no ha terminado de sentir suyo, siguen emplazando y reclamándole únicamente al gobierno central.
Deberíamos dar el salto a consolidar el proyecto de macro regiones, integradas que cuenten con recursos diversos para su sostenimiento; estas macro regiones podrían tener además un parlamento regional que sirva de contrapeso al poder que detentan los Presidentes Regionales y cree además intermediarios cercanos desde la esfera regional con el Estado, consolidando un poco más la democracia regional. Una alternativa a tener en cuenta sin duda es el del estímulo a las mancomunidades que, trabajando temas específicos, pueden apuntalar a la consolidación del procesos descentralizador.

Debemos entender que la lógica que va a guiarnos al desarrollo es la producción y generación de riqueza, desterrando todo resabio de ánimo confiscador o revanchista de algún sector que tentase revivir viejas y ortodoxas recetas que han rubricado hace mucho su fracaso histórico. Por ello además es importante generar grandes consensos en torno a temas cómo el minero, asumiendo que es necesario para los ingresos de un país que recién empieza a conectarse con el despertar del progreso y que no puede prescindir de actividades como ésa. Sin duda el impulso al emprendimiento y a la minería responsable debe acompañarse de políticas que protejan y prioricen los recursos naturales no renovables y el equilibrio medioambiental, cuestión prioritaria en un Estado moderno, por un lado así cómo no sean cómplices de la compleja flexibilización laboral que tanta inseguridad causa a los jóvenes empleados y subempleados del país por otro.

Las nuevas promociones del país estamos en la capacidad de encarar el reto del Perú como nación moderna y posteriormente de primer mundo, como Estado de libertad y ciencia, como república descentralizada adecuadamente.
Para ello debemos fortalecer la democracia y sus instituciones, debemos propiciar el impulso a la juventud emprendedora, tenemos el imperativo moral de conquistar la universidad del siglo XXI, eficiente y de calidad y tenemos que encaminar la opinión de la sociedad peruana a apostar por el progreso que no rechace per sé ninguna actividad, pero que no sólo se quede en ella sino que a través de la mejora en su calidad educativa y el desarrollo de su ciencia y tecnología construya un país más informado, industrializado y libre. Hoy más que nunca debemos asumir el reto de dejar de ser un país adolescente y crear riqueza para el que no la tiene con la visión, el músculo y el corazón de un Partido moderno, progresista y joven, el mismo Partido que protagonizó la conquista de la libertad en el siglo XX, modernizará el país el siglo XXI. El Partido del Pueblo.

FRATERNIDAD CON TODOS LOS PERUANOS!!!

EL APRA ES DE TODOS!!!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario