Simplones: la historia no es lineal
Vívese en Perú una realidad política tan primaria y hasta cavernícola que lo insólito tiene patente de corso a través de los medios de comunicación para, virtualmente, embutir contrabandos ideológicos a toda la población.
Por ejemplo: ¿qué sentido tienen esas encuestas que nombran a dos damas con la posibilidad de accesar a la presidencia dentro de cinco años? ¿acaso vivimos en un lugar dulce en que cada quien tiene predestinado su rol en el próximo lustro? ¿qué es esa estupidez mayúscula de denotar, otorgar importancia a textos en Twitter provenientes de quien no tiene puesto en el aparato del Estado y ninguna responsabilidad y ¡sobre todo! no fue elegida para nada!
¿Qué tanta alharaca con la postulación evidentísima, con o sin el Apra, del señor Alan García Pérez? Un político inescrupuloso como García sabe bien cobrar los favores y no desconoce qué teclas tocar para que los títeres le obsequien cobertura para sus vanidades megalómanas.
Lo trágico de todo el asunto es que si todo pudiera arreglarse con los cartabones que nuestros intelectuales, políticos, diplomáticos, legisladores, escritores, periodistas, pergeñan como solución apotegmática al intríngulis nacional, entonces Perú sería el país más feliz y plácido del mundo. Los hechos demuestran que no es, ni de lejos, así.
No hay nada más peligroso que creerse la fantasía onanista que por llegar episódicamente a los pagos del gobierno, casi siempre muy lejos del decididor y mandón poder transnacional, se arribe a la conclusión que la historia comienza con esta génesis. La irresponsabilidad promueve el olvido de las promesas, la traición a los enunciados y a la abyecta premisa que Perú es una chacra o un cuartel donde se dan órdenes que deben cumplirse “sin dudas ni murmuraciones”.
El paulatino escalamiento del tema que involucra a Perú y Chile en el contencioso marítimo planteado ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya es inevitable. Nada hay en Perú, a excepción de los terremotos, tan intenso y vibrante como la difícil vecindad con el país del sur. Razones múltiples así lo testimonian. Y en lugar de comprender que ha llegado la hora que Perú se dé su propia respuesta, la que está pendiente desde el aciago año de 1879, diplomáticos, intelectuales, políticos, escritores, poetas, genios de quiosco y aficionados a jugar con los riesgos de otros, se dice o pronuncia cualquier cosa. Excepción hecha de enterar al pueblo de qué se trata.
Por eso la principal noticia que campanea en el tímpano de cualquier peruano es la referida a violación, estafa, crimen a balazos, asesinato con arma blanca, descuartizamiento inmisericorde, atropello con destrucción corporal, etc.
En esa línea de sentina, con inadvertencia clamorosa el gobierno del señor Ollanta Humala “olvidó” recordar con todo el Perú el 21 de mayo, Iquique; el 26 del mismo mes, Tacna o el Alto de la Alianza; y no se hizo el homenaje que se otorga a quienes lucharon por la Patria. Como ha anunciado el propio canciller Roncagliolo, Humala estará el 7 de junio en Chile para fortalecer, dice el oficialismo, la Alianza del Pacífico, al lado de Chile, Colombia y México. ¿Estaría Akihito el 6 ó 9 de agosto de cualquier año celebrando alguna ceremonia oficial en Estados Unidos? La falta de casta, orgullo y clase es palmaria y acusatoria.
El embrutecimiento masivo consiste en el lavado cerebral vía los medios de comunicación. Así hay sectores vastos que viven convencidos de la maravilla de la cocina y los cocineros peruanos y que son factores sobre los que hay que mostrar orgullo. Cierto que el negocio y los dólares, los regentan y ganan otros, jamás los de abajo, comunes, corrientes y ¡simplones!
La bondad minera se traduce en sus exportaciones millonarias y en los impuestos que sufragan. ¿Y por causa de qué, por ejemplo en Cajamarca, hay tanta oposición a Conga? Más allá de aventureros presidencialistas, no puede descartarse que las protestas tengan basamento y savia. ¿Por qué Cajamarca sigue siendo uno de los departamentos con pobreza extrema y crítica?
La historia no es una mar calma desprovista de tsunamis, lides, pujas, viento y marea, no es lineal e impoluta, se nutre de vivencias, de yerros y aciertos en que incurren gobiernos capaces o ineptos. La historia, madre y maestra de los tiempos, ciega a los estúpidos, a los que creen que su cuarto de hora les da licencia para pretender ser iluminados que dan palos de ciego por doquier.
¿Cuánto de lo antedicho, es sensiblemente cierto?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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