jueves, 15 de marzo de 2012

Fantasmas del pasado visitan Venezuela

EMIR SADER

PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD
DEL ESTADO DE RIO DE JANEIRO
América Latina fue la región que tuvo más gobiernos neoliberales y con modalidades más radicales. Casi ningún país escapó de esos gobiernos que devastaron derechos sociales, el potencial de desarrollo económico, la soberanía y los Estados latinoamericanos.
El neoliberalismo empezó por la extrema derecha –con Pinochet– pero se propagó en corrientes originariamente nacionalistas –como el PRI mexicano y el peronismo de Menem, para luego ser incorporado por los socialdemócratas– como el Partido Socialista de Chile, Acción Democrática de Venezuela, el Partido de la Social Democracia de Brasil.
En el gobierno ejecutaron políticas neoliberales muy similares: privatizaciones, apertura al mercado internacional, desarticulación de los Estados a favor de los mercados, alienación de las soberanías nacionales, expropiación de derechos sociales, precarización del trabajo. Todos tienen en común que fracasaron, salieron del gobierno expulsados por el pueblo, no eligieron sus sucesores y varios fueron procesados, condenados y presos. Otros se fugaron de sus países.
Entre tantas consecuencias negativas, degeneraron las democracias con el poder del dinero que corrompió los sistemas políticos. Son una generación de políticos fracasados que han buscado su ejemplo en los socialistas españoles.
La derecha latinoamericana, al fracasar, no tiene qué proponer. Llevaron nuestros países a la ruina. A falta de propuestas toma banderas de la Guerra Fría, se articula alrededor de los monopolios privados de los medios, se vale de los personajes fracasados como únicos apoyos que le quedan.
Invitados por un banco privado fueron a Venezuela tres de ellos, no se sabe bien para hacer qué. A lo mejor, extrañando a su amigo Carlos Andrés Pérez, van a trasmitir las experiencias frustradas que tuvieron y que los llevaron a la derrota y a la debacle de sus países. A Felipe González la basta contar con esta, la España que su gobierno entregó a la derecha, con una economía desecha, un desempleo de 49% para los jóvenes, con un retroceso récord de la economía.
Puede recordar cómo, hace 10 años, apoyó al golpe militar contra Chávez.
Ricardo Lagos puede contar cómo los gobiernos socialistas chilenos no han salido del modelo heredado de Pinochet y fueron derrotados y entregaron la presidencia mandatario neopinochetista.
Cardoso tendría que convencer al candidato opositor de Venezuela, que debiera reivindicarlo a él y no a Lula. Debiera explicar por qué Lula es el presidente más popular de la historia de Brasil, mientras él es el político con mayor rechazo en la historia del país. Debiera explicar al candidato de la derecha que su partido y su gobierno son los parientes más cercanos de ellos en Venezuela y que Lula seguramente apoya a Chávez.
Grotesca la imagen de exmandatarios derrotados viajando a llevar una esperanza desde su pasado de fracasados. No es un buen augurio para el candidato de la derecha venezolana.
Los que cobran de Banesco

MARCOS ROITMAN ROSENMANN
PROFESOR TITULAR SOCIOLOGÍA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
La trayectoria de algunos expresidentes, no importa de que región del mundo sean, se encuentra ligada a una lógica perversa y enfermiza. Muchos perdieron la honra durante sus gobiernos.
Más allá de los aciertos y fallos, cuestión por lo demás humana, tras concluir sus mandatos no fueron capaces de resistir el canto de sirenas de bancos, instituciones financieras y organizaciones privadas que los tentaron para integrar sus consejos de administración, asesorías o como“abrepuertas” en el mundo de la política formal.
Mutaron en meretrices de lujo. Sus servicios son contratados para servir de ejemplo a futuras meretrices del poder. Su discurso comienza con un mea culpa. Yo no quería, pero las circunstancias me llevaron a venderme, y saben lo que les digo, sentía placer y luego no podía vivir sin recurrir a vender la honra. Se transformó en una adicción. Vida placentera, corrupción, regalos, viajes en primera clase, chalets, grandes apartamentos, buena mesa y mucho, mucho dinero. Lo apuntado calza con las personalidades de Felipe González, Fernando Henrique Cardoso y Ricardo Lagos, tres expresidentes que se decían marxistas, socialistas y defensores de la democracia radical, convertidos al social-liberalismo proclaman las virtudes de la economía de mercado a cambio de cheques con muchos ceros después de un uno.
Tal vez el caso de González sea el más abyecto. Asesor de transnacionales españolas, cobra una pensión vitalicia y se embolsa grandes sumas que le permiten dedicarse a su gran pasión: coleccionar diamantes y piedras preciosas.
Amigo de Carmona y Cisneros, no pierde ocasión de pescar en el Caribe venezolano con sus amigos. Hoy es la mano derecha del hombre más rico del mundo, el empresario mexicano Slim. Por sus servicios le han regalado un apartamento en el Zócalo de Ciudad de México. Coleccionista de antigüedades, es el corre ve y dile del FMI. Vinculado a la guerra sucia, su papel en el financiamiento de los GAL significó la cárcel para su ministro del Interior y el subsecretario. Su cobardía , le hizo desentenderse de los crímenes de Estado.
Algo similar ocurrió con el golpe del 23 de febrero de 1981. Comprometido directamente en el plan para derrocar al presidente Adolfo Suárez se hizo valedor para presidir, con el general Armada, un gobierno de salvación nacional. Probada su participación se corrió una cortina de humo para salvarlo.
En la actualidad, su papel está al lado de la banca. Empleado fiel, Banesco lo lleva para que, sibilinamente, apoye a Capriles bajo el criterio de la alternancia y la necesidad de adoptar los cambios necesarios para asumir las directrices del G-20 y el FMI, una fórmula para el crecimiento y la estabilidad

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