Una policía achibolada
Sábado 10 de marzo del 2012 | 12:09
Es un engañamuchachos, una falacia, suponer que incorporando a jóvenes a la Policía, sin preparación alguna, se pueda mejorar la lucha contra la delincuencia en el país.
El que el gobierno, que goza de cómoda y holgada mayoría en el Congreso, no haya esperado que este apruebe su proyecto de servicio policial voluntario, y lo haya hecho a través de un decreto supremo, solo indica que este es un tema considerado fundamental para sus fines. Y eso es altamente preocupante.
Porque es, sin duda, un engañamuchachos, una falacia, suponer que incorporando a jóvenes a la Policía, sin preparación alguna, se pueda mejorar la lucha contra la creciente delincuencia en nuestro país. No hay ejemplo alguno en ningún país, salvo regímenes autoritarios, en donde desprofesionalizando a la Policía, se pueda contrarrestar la criminalidad. Es al contrario. A la policía hay que prepararla más, y eso pasa por incentivos para el reclutamiento en las escuelas de guardias y de oficiales. El número de policías debe aumentar a velocidades superiores al propio crecimiento poblacional, y su capacidad técnica debe ser mejorada conforme “mejoran” los delincuentes sus técnicas de robos, asesinatos y estafas. No es sacando a la calle a policías adocenados –por años de papeleo burocrático en comisarías– que se podrá frenar al narcotráfico, al sibarita o al pandillaje.
Era, por tanto, de suponer, hoy que comenzamos el primer año académico de este gobierno, que tras una campaña de incentivo, se hubiese aumentado el número de vacantes en la escuela de guardias. Pero perdieron su oportunidad de “marcar la diferencia”, y nos salen con un mamarracho que, repetimos, con el ansia con que lo han sacado, hace sospechar de sus verdaderas intenciones.
Porque claro, viene a referencia como en otros países, como por ejemplo Venezuela, se han constituido brigadas políticas muy violentas que, adscritas a órganos policiales, se encargan de golpear y amedrentar a cuanto opositor ose levantar su voz. Disfrazados de autoridad, brigadas bolivarianas pululan en los alrededores del Palacio de Miraflores dispuestos a imponer su “autoridad” a todo aquel que estimen pertinente.Aquí se ha previsto, por ejemplo, enviar a estos imberbes a labores como, por ejemplo, dirigir el tránsito. Probablemente a quien se le ocurrió tal idea sea alguien de más de 60 años de edad que se fue del Perú en la década del 70, cuando los niños boy scouts dirigían el tránsito cuando descansaba la Guardia Civil, y regresó creyendo que el tráfico de Lima es como el de Oslo o Helsinski. Porque mandar a esa selva infame que es Lima hoy en día a “voluntarios” es francamente un chiste. Si hoy el irrespeto para con policías que lucen armamento es la regla, ¿cómo será con un “voluntario”?
Los delincuentes se refinan cada vez más. La criminalidad se organiza en bandas muy articuladas, incluso internacionalmente. Tienen acceso a tecnología de punta y a fuentes secretas de información. La policía, en cambio, en lugar de mejorar su capacidad, de formar técnicamente a sus oficiales, de dotarse de equipamiento técnico, se achibola, se relaja, se vuelve light.
Cuando el tema de debatió en la Comisión de Defensa se aprobó con aires de consigna, sin aceptar mayor modificación. Iba a verse el tema en el Pleno del jueves, pero ya no era necesario. Lo sacaron por decreto.
Salvo, como decimos, que todo esté fríamente calculado… para gobernar sin Congreso…
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