LA UNIVERSIDAD PERUANA Y PARTIDOS POLÍTICOS: MEDIOS, FINES Y CORRUPCIÓN.
Asociación Cultural Supay
En este ensayo, realizaremos un análisis sobre ciertos aspectos de las Universidades estatales limeñas desde las últimas cuatro décadas del siglo XX; a partir de una postura no sólo crítica, sino reflexiva. Constituye asimismo una puerta primigenia a un debate no necesariamente ideológico, sino acerca del discurso y acción política de los partidos políticos dentro del escenario universitario, considerado muchas veces como un medio en el cual se debe realizar la formación de los futuros cuadros partidarios; otras veces visualizado como una especie de “objetivo político”, lugar de participación y campo de acción de células partidarias donde la presencia es necesaria para mantener la actividad política aparentemente académica, que nutra la vigencia del grupo o partido de acuerdo al copamiento de los órganos de gobierno.
Durante este amplio proceso, inicialmente hacia fines de los 80, los grupos orgánicos partidarios han adoptado casi siempre estrategias coyunturales de alianzas, rupturas, pactos, transacciones y concertaciones con el propósito de mantenerse en los distintos estamentos y órganos de gobierno universitario. No está de más analizar la causa de la corrupción institucional, causada por el afán de enriquecimiento y provecho personal. Este fenómeno nace en las universidades peruanas y de América Latina como la aberración del manejo del poder y su administración irresponsable; indirectamente de la improvisación causada por la mediocridad en la formación profesional y en la ausencia de un sistema de valores sociales. El individualismo de las sociedades urbanas se puede perfilar como una causa de la ausencia de conciencia general; este factor sin embargo es tema de otra reflexión.
La corrupción en las universidades, aparentemente endémica, la visualizamos como el verdadero fin de permanencia y control de estas mismas. La utilización de la ideología política y la “causa partidaria”, se ha convertido de este modo en el medio de defensa del sistema institucionalizado de la corrupción y la disfuncionalidad, en nombre del partido y “el verdadero fin”; llegando a justificar todos los medios posibles para permanecer en el objetivo real; dándose una aproximación a la inevitable disyuntiva y confusión teleológica de si “el fin justifica los medios.
Esta ha sido la excretable realidad de casi todos los activistas y líderes políticos de la universidad peruana de los últimos tiempos, hecho que se viene manteniendo epigonalmente en los actuales activistas y líderes políticos de los diferentes partidos de la vida política nacional, dependiendo de la universidad de origen. De este análisis desprendemos que la presencia política en las universidades del Perú en el transcurso de las últimas décadas, puede analogarse o reducirse a la presencia partidaria o partidarista dentro de sus diferentes espacios de discusión, debate y órganos de gobierno. Pasaremos a examinar esta presencia de acuerdo a dos tipos de visiones: 1) una visión amplia, general respecto a la universidad peruana contemporánea, y 2) otra desde una perspectiva regional, viendo los exabruptos de los partidos políticos más representativos de la vida política peruana para devenir en el caso específico de la Universidad Nacional Federico Villarreal, por ser una de las más politizadas del país desde su creación hasta ser la primera universidad intervenida por las Comisiones Reorganizadoras (CORE´s) durante el gobierno del ex presidente prófugo Alberto Kenya Fujimori en el año de 1992; además de ser la primera universidad que recobró la autonomía universitaria por decreto promulgado en el diario oficial “El Peruano” del 7 de Noviembre del 2000.
Universidad Peruana y Politicismo: ¿Modelos Antagónicos?
La universidad, y en general la sociedad peruana, tuvo una época de intensidad de movimientos políticos e influencias ideológicas muy pronunciadas a partir de la década del 50. Desde entonces, hasta fines de los años 80, se formó un intenso periodo de convulsiones políticas caracterizadas por las influencias marxistas en el campo de las ciencias sociales, visualizadas en la narrativa de una generación de literatos conocida como la generación del 50, cuyos exponentes más conspicuos, Julio Ramón Ribeyro, José María Arguedas, Washington Delgado, Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso, entre otros no menos importantes, fueron los primeros escritores comprometidos en el sentido orgánico de Sartré; egresados principalmente de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El aprismo, relegado en el ámbito intelectual por la ausencia y exigua formación académica e intelectual, tuvo una fuerte presencia en San Marcos de la década de los 50, hasta la salida del intelectual Luis Alberto Sánchez como rector de esta universidad. La imposición de la violencia política por sobre el debate ideológico fue una característica muy común por estos años. Así nos lo grafica un testimonio de un estudiante de la época:
“Era muy común ver al búfalo Pacheco entrar en jeep a la ciudad y pasearse por donde quería. Iba con una mujer, a veces iba con “la Meche” y siempre andaba armado. Se metía al comedor universitario y almorzaba gratis, y si se cruzaba con los camaradas, pobre de los que no se vallan...” (Testimonio de Ernesto García, Abogado egresado de la Facultad de Derecho de San Marcos en 1963).
El personaje central referido en este testimonio, el “búfalo Pacheco”, era parte de la llamada “Brigada Aprista”, encargada ésta de la disciplina dentro del partido y protegerlo de las agresiones. Igualmente tenemos un testimonio de una persona que recibió un disparo en el pecho cuando fue descubierto realizando pintas en las paredes de la universidad, al que por obvias razones no publicaremos sus datos, pero que así como él, se encuentran muchos casos de asesinatos y agresiones físicas.
Ya por la década del 60, la influencia de la Revolución Cubana caló en todos los sectores progresistas de la época, incluso en el mismo Partido Aprista, cuyos orígenes antiimperialistas tenían presencia en el ala progresista y más radical. Tal vez la ausencia de un rumbo ideológico fijo y de un derrotero definido en lugar del caudillismo y fetichismo de su fundador y líder, originó el conflicto interno entre sus alas de izquierda con fines revolucionarios y aparentemente marxistas (entre ellos encontramos a Armando Villanueva, Carlos Roca y el mismo Víctor Raúl Haya de la Torre además de Alan García) (1) frente al pensamiento de línea más derechista, aunque de mayor producción intelectual: Andrés Townsend Escurra, Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé. Sin embargo, luego de la IV convención Nacional del APRA realizada en Octubre de 1959, donde Luis de la Puente Uceda presenta una moción condenando la política de Prado y la “traición de la dirección aprista a los principios originales del partido”(2), y luego de la derechización del mando aprista al pactar con Prado, se expulsaron a todos los firmantes de dicho documento; entre ellos, junto con de la Puente, Luis Olivera, Enrique Amaya, Walter Palacios, Carlos Malpica S. S., Gonzalo Fernández Gasco, entre otros, quienes compusieron el “Comité de Defensa de los Principios y la Democracia Interna del APRA, llegando a publicar el órgano de prensa “Voz Aprista Rebelde”. Se declararon en el “manifiesto de Chiclayo” formalmente como el APRA Rebelde en Noviembre de 1960, siendo que “con el APRA Rebelde nace un nuevo movimiento de izquierda revolucionaria del país”(3).
Bajo esta escena mundial y latinoamericana, se creó el 30 de Octubre de 1962 la Universidad Nacional Federico Villarreal, aprobada en el Congreso de la República recién hasta el 18 de octubre de 1963, sobre la base de la Universidad Comunal del Centro del Perú con sede en Huancayo y tuvo como primer rector a Javier Pulgar Vidal, destacado geógrafo y académico y entre los fundadores, el militante aprista del ala derechista Ramiro Prialé. Las cuatro primeras facultades tuvieron profesores de San Marcos ligados en algunos casos al Partido Aprista; mas no en otros. Desde entonces, la UNFV tiene una aparentemente imagen indesligable del aprismo. Los primeros profesores, que tuvieron plasmado el proyecto de la Universidad Popular, fueron cediendo hasta hacer de la Universidad un bastión del partidarismo y del manejo irregular. El politicismo en la universidad, no estaba encaminado a tener como fin una resaltante labor académica, sino prescindiendo de ésta, la preferencia era el trabajo proselitista no sólo entre trabajadores, sino entre catedráticos y estudiantes. Algunos profesores, por lo contrario, no soportaron demasiado tiempo, como en el siguiente testimonio:
“Yo enseñé en la Villarreal el primer año de su creación. Venía de egresar de San Marcos cuando Luis Alberto Sánchez me realizó la pregunta de que si tenía alguna ideología política o pertenecía a algún partido. Cuando le dije que no, me invitó a ser su ayudante de cátedra o jefe de práctica en el curso de Literatura. Lo mío era la lingüística, pero por su petición accedí. No aguanté los 6 meses, por los ofrecimientos indecentes de los alumnos para ser aprobados. Había un lumpen que amenazaba a profesores y estudiantes. A los 6 meses obtuve una beca y estudié en otro país... luego en San Marcos no me dieron un cargo administrativo porque pensaban que era aprista, por enseñar en villarreal....y me hicieron un favor.” (Conversación con Rodolfo Cerrón-Palomino, septiembre del 2002).
El ejemplo tomado del testimonio citado es una muestra tomada aleatoriamente de entre muchos otros, dentro de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Pero mientras esto ocurría en la universidad limeña clasemediera, la década del 60 fue el escenario de la formación no sólo de grandes movimientos estudiantiles, sino del compromiso gramsciano del intelectual con la sociedad. Los más importantes intelectuales se agruparon en el ELN de Javier Heraud y Alaín Elias, estudiantes sanmarquinos de letras y preparados en Cuba donde siguieron el curso de Guerra de guerrillas en la Sierra maestra. Ellos mismos regresaron ansiosos de convertir a los Andes y la Selva en otro escenario guerrillero. Habían sido los colegiales que con viejos fusiles de instrucción se habían levantado en Jauja siguiendo al teniente Vallejos; aquella ficción desmembrada por Vargas Llosa en su “Historia de Mayta” y que según Héctor Béjar, hombres como estos se habían incorporado tanto al MIR como al ELN. Este último, era un grupo de: “...brillantes poetas que ya habían logrado audiencia y consagración, como Javier Heraud; jóvenes con aficiones intelectuales, imaginación y gran talento como Edgardo Tello... Juan Chang, que había sido miembro de la dirección del FIR, Luis Zapata, dirigente de los obreros de construcción civil del Cuzco, Guillermo Mercado...” (Béjar 1968:95).
No podemos dejar de lado la politización llevada a cabo en la Universidad de San Marcos hacia esta década. Sin embargo, la politización nos obliga a cuestionar o especificar sobre cuáles son los objetivos prácticos de la universidad, y la labor del estudiante e intelectual universitario. La politización de la universidad (y sus consiguientes cargos políticos y administrativos) no ha conllevado al aporte académico. Sin embargo, la práctica en muchos casos social y el compromiso del intelectual para con la sociedad, mediante el aporte de ideas y hechos concretos en beneficio de ésta es parte de la esencia universal de la universidad. ¿Será cierto que la universidad peruana sólo produce buenos políticos y nada más que eso? Vargas Llosa, en el ensayo que compara a Cambridge (“La Irrealidad de Cambridge”) como modelo de apoliticismo frente a la universidad peruana como modelo antagónico, es decir de politicismo (y tal vez de “politiquería”), señala que ningún extremo es conveniente para el desarrollo de la sociedad, sin embargo resalta sus tendencias netamente humanistas, su tradicionalidad y su elitismo junto con su irreal apoliticismo (cf. Benavides 1998:31). Sin embargo, el politicismo asumido por los sectores comprometidos (aunque sean ideológicamente contrapuestos) evidencia el grado de desarrollo y nivel de vida de la población tanto peruana como latinoamericana.
Sin embargo, aunque no es incompatible el desarrollo intelectual junto al desarrollo político, la producción intelectual de San Marcos presentaba un nivel mayor con respecto a la producción villarrealina. Es de notar que muchos de los intelectuales políticos de izquierda provenientes de San Marcos, por lo menos muchos de los más representativos, pasaron a ser años más tarde ayudantes de gobiernos de derecha, o desencantados por el marxismo partidario; llegaron a abandonar el activismo político para abarcar actividades más lucrativas. El libro “Los jóvenes rojos de San Marcos” de Nicolás Lynch profundiza más este tema. Paradójicamente, este antiguo militante de la izquierda llegó a ser Ministro de Estado del Gobierno neoliberal de Alejandro Toledo, en el año 2002. Asimismo, muchos políticos de izquierda que se mantenían como tales hasta el fin de la dictadura de Fujimori terminaron participando del Gobierno no sólo desde la escena política, sino incluso desde la escena partidaria orgánica, como es el caso de Gloria Helfer y Henry Pease, quienes de una posición cercana a la izquierda, pasaron a participar en el partido político de gobierno “Perú Posible”.
Los políticos más influyentes en la escena contemporánea peruana han tenido destacados pasos por los estamentos de gobierno universitario. Estos, han destacado por sus acciones sociales o por sus carismas y condiciones políticas. Pero en el campo intelectual, la producción de casi todos ha sido exigua, o casi nula. Con la excepción de Henry Pease, antiguo director de la conocida revista Quehacer editada por el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo – DESCO, con varias publicaciones en su haber. Los libros publicados por Alan García, por el contrario apuntan más hacia matices político – partidarios.
Hace algún tiempo Mario Vargas Llosa publicaba unos ensayos ya mencionados sobre la diferencia entre la universidad peruana y la inglesa. La diferencia era, básicamente, que la universidad inglesa preparaba a intelectuales y especialistas académicos, pero desconectados de su realidad y la política. Y la universidad peruana, sólo formaba buenos políticos. Desde ya, es imposible referirse a estos tipos de universidades sin tomar en cuenta las características socioeconómicas de ambos contextos. Y el estudiante peruano, como el latinoamericano, dadas las circunstancias paupérrimas de su realidad, espera participar en la vida política, o para transformar su realidad o tratar de hacerlo, o para aprovechar los beneficios a los que se pueda sacar provecho de forma individual. Sin embargo, el estudiante perfecto, sería aquel preocupado en su realidad social, comprometido con ella mediante la universidad, pero sin distorsionar el sentido científico y académico de ella misma, y tratar de aportar desde aquella posición sin dejar de lado la esencia y el paradigma científico. Sin embargo, llevar a los necesitados y a los oprimidos a la cultura y los aportes de la ciencia es necesario para el desarrollo cultural de la sociedad, puesto que el divorcio entre universidad y sociedad ha sido tan profundo que se ha llegado a un grado de desconexión entre ellas que ha permitido una brecha entre ambas, llegando incluso a la elitización, lamentablemente económica de la universidad.
Esta elitización, se manifiesta actualmente en las universidades nacionales representativas como la UNMSM, la UNFV y la UNI mediante los Centros Pre-universitarios que aseguran el ingreso de forma más directa, aunque dependiendo siempre de la capacidad económica del estudiante, y perdiendo el sentido de la capacidad académica lograda. Por lo tanto, si la elitización económica sólo permite el acceso mayormente a aquellos sectores sociales dominantes capaces de afrontar una fuerte traba económica, las expresiones y manifestaciones políticas dentro de la universidad estarán ligados, mayormente, a actividades de estos sectores sociales, que en su mayoría, parte de un sistema basado en el consumo y en valores culturales globalizados; tienden a la ausencia de la preocupación y a dejar de lado el compromiso social. Esta generación universitaria ha sido denominada como la “Generación X” y va asimilando gradualmente las características filosóficas pragmáticas de la posmodernidad, como son el desencanto por lo político, lo social y el no conocimiento del concepto de identidad cultural frente a la identidad globalizada del “American way of life”. Se han dejado de lado a los típicos íconos rebeldes del movimiento estudiantil para sustituirlos por los íconos consumistas. Es decir, para graficarlo, se ha cambiado al ya clásico póster del “Che” Guevara de la mirada perdida, por el Mac Donald, el Capitán Sanders y las tarjetas de crédito de los más prestigiosos centros comerciales.
Estas concepciones generalizadas en la población universitaria y en la sociedad peruana, han encontrado eco en las administraciones universitarias. Durante esos largos nueve años de intervención en la Villarreal, y cinco años en San Marcos, no se permitió a estudiante alguno participar democráticamente en el co-gobierno estudiantil, como estipula la Ley Universitaria que era como un gran saludo a la bandera en una sociedad sin respeto a las leyes; es decir que no se propició (ni se permitió) la participación del tercio estudiantil en las sesiones de los Consejo de Facultad, el Consejo Universitario y la Asamblea Universitaria. Las políticas de la dictadura neoliberal extremista de Fujimori llevó la dictadura, la arbitrariedad y la represión de las calles directamente a los claustros estudiantiles. Asimismo se observaron numerosas actividades realizadas para esconder la realidad y desviar la atención de los problemas centrales de la universidad, tal y exactamente como sucedió con el manejo mediático de los medios de comunicación amarilla en la escena social; estos problemas eran (y hasta cierto punto lo siguen siendo) la implementación material de los laboratorios, las bibliotecas y las aulas; la libertad de expresión y de actos, que fueron cambiados por concursos de belleza fastuosos y conciertos musicales con famosos cantantes y grupos, financiados con el dinero de una universidad falta de recursos y en austeridad, y que estaba destinado originalmente a actividades educativas, por lo menos teóricamente. Eran y son hasta la actualidad necesarios y urgentes para la reconstitución del nivel académico perdido en la universidad estatal de los últimos lustros.
De las Intervenciones a la Universidad Autónoma: El Caso de la Universidad Nacional Federico Villarreal.
La presencia política en las universidades del Perú durante el transcurso de las tres últimas décadas, puede analogarse o reducirse a la presencia partidaria o partidarista dentro de sus espacios de discusión, debate y en los espacios destinados a los órganos de gobierno. Esta premisa se sustenta en la información que la historia ha registrado, y en los rezagos partidaristas nostálgicamente presente actualmente en las universidades. El caso de San Marcos, copada políticamente por grupos de izquierda en todos sus matices, es más conocido que el caso de la Villarreal; copada esta última por el APRA y sus facciones “izquierdosas” y “anti-izquierdosas”. Existía en esta universidad un “Comando Universitario Aprista (CUA)” (melancólicamente tratado de reactivar en la Villarreal y otras dos universidades donde tuvieron una fuerte presencia) de tendencia oficialista al partido aprista, y la “Alianza Revolucionaria Estudiantil”, conocidos vulgarmente como “los rábanos del ARE”(4). El CUA se estableció durante muchos años en casi todos los estamentos estudiantiles de la UNFV, incluidos los gremiales como centros de estudiantes y Centro Federado, además de los tercios estudiantiles. Por ejemplo, y para tener una idea precisa de la situación que se vivía, en el año de 1985 hubo un suceso que remeció a la opinión pública limeña; fue cuando Villarreal se convirtió en la única universidad bicéfala, es decir que tenía dos rectores, cada uno apoyado por su respectiva facción estudiantil y por grupos de docentes enfrentados por el control, en un severo conflicto de poderes que se conoció como la más grande crisis institucional de su historia, que fue cuando se enfrentaron estos dos “rectores” (Enrique Sifuentes y Gustavo Vergara Arias (5), ambos miembros inscritos y registrados en el APRA). Una foto recorrió el mundo al iniciarse las disputas por el rectorado, en la que se veían a seudo estudiantes vestidos con atuendos militares y cintos con armas de fuego, balas a la cintura y pañuelos tapándoles el rostro, todos casi uniformados. (Ver Diario “Expreso”, Lima 4 de octubre de 1985, pp. 1)
Fue que dentro de este contexto, y aprovechándose del descontrol reinante, que hacia el 29 de octubre de 1992 se dio la intervención militar de las universidades por parte del ya conocido gobierno dictatorial de Alberto Fujimori. La vigencia de la Comisión Reorganizadora (CORE) obedecía a objetivos específicos que habían llegado a ser un pedido común en la población: Erradicar la corrupción y el caos, en los ámbitos académicos y administrativos, además de la manipulación política partidaria que habían hecho de la UNFV sedes de escándalos institucionales. Ante la opinión pública, había una justificación válida para la intervención. Sin embargo, los 180 días que establecía la ley (DL 25798) para su vigencia, fueron obviados y prorrogados sucesivamente por el gobierno, frente a los “logros” visibles de sus seudo atinadas políticas interventoras de gobierno. Hacia 1992, el gobierno había anunciado la captura de los principales líderes del terrorismo, cabecillas del Partido Comunista Peruano – Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru; además de alegar que se había depurado la corrupción en todos los organismos e instituciones del Estado y la sociedad civil, lo que justificaba la intervención e incluso la extensión hacia otras universidades estatales, principalmente la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La mayoría parlamentaria oficialista, prorrogó los ciento ochenta días de vigencia y permanencia de las comisiones interventoras, hasta convertirlos en dos mil novecientos veinte días.
Hacia aquel año de 1992, en la Universidad Nacional Federico Villarreal se gestaba un movimiento de tendencia aprista de izquierda y revolucionaria, de mucha afinidad con el “Movimiento Revolucionario Túpac Amaru”, y de reivindicación del “APRA Rebelde” de los sesentas. Era un grupo que tenía dentro de sus objetivos el inicio de la lucha armada en el Perú, que sería alterno a los otros grupos en armas de tendencia marxista, como eran el “Partido Comunista Peruano – Sendero Luminoso” y el MRTA. Para el gobierno, esto significó un tercer grupo terrorista que enfrentar, esta vez en la ciudad y con previsibles consecuencias de efectuarse esta guerrilla urbana; el “Frente Antiimperialista de Liberación” (FAL). Sus principios ideológicos se fundamentaban en las ideas antiimperialistas y marxistas del joven Víctor Raúl Haya de la Torre. Sus integrantes afirmaban que eran un verdadero movimiento popular de la Izquierda Revolucionaria. Esto hace de 1992 un año especial en la lucha del Estado contra los movimientos revolucionarios, puesto que la conformación de las fuerzas políticas daba una presencia considerable a la izquierda democrática y parlamentaria. De allí el autogolpe de Fujimori al Congreso de la República (senadores y diputados), que tenía éste en su mayoría a apristas e izquierdistas sumados en varios grupos. Este golpe permitió asimismo que el Estado introdujese plenamente y sin restricciones fuerzas militares en las universidades donde más estuviesen presentes la izquierda o el APRA, o la descrita y peligrosa combinación de ambas, en el caso de la Villarreal. Sin embargo el FAL, nuevo grupo guerrillero en la escena, fue el detonante para que se intervenga en ese mismo año a la Universidad Nacional Federico Villarreal, la primera intervenida por el Estado. Unos tres años más se intervino a la UNMSM, y a otras universidades como la San Luis Gonzaga de Ica (bastión del Partido Comunista del Perú – Patria Roja), Hermilio Valdizán de Huanuco, José Faustino Sánchez Carrión de Huacho, entre otras.
En la UNFV la intervención permitió también remover a una red institucionalizada de corrupción y nepotismo, principalmente en las facultades del Local Central de la Avenida Colmena, en el Centro de Lima. El Rector, para ese entonces el Arquitecto Santiago Agurto Calvo, tuvo una primera medida radical: expulsar de la universidad a todo aquel que se declarase aprista, al nepotismo y a los estudiantes que estuvieran más de diez años. Asimismo, aquel que repitiese dos años seguidos sería igualmente expulsados. De 35,000 estudiantes que tenía la universidad en 1992, hacia el 2001 en que se retiró la Comisión Reorganizadora (CORE) habían sólo 18,000. Sin embargo, al retirarse la CORE producto de las masivas protestas y marchas estudiantiles que culminaron con la toma del Local Central y del Local Anexo 8 de la Avenida Colonial, el entonces “Rector” William Cajas dio una Resolución que permitía el retorno de todos aquellos estudiantes expulsados, en su mayoría personas de 30 a 50 años de edad, y de fisionomías propias de peleadores: eran los tristemente célebres “búfalos”.
Durante años la intervención calló las expresiones de los estudiantes, y se gobernó a los criterios arbitrarios de las CORE´s. No existía Ley Universitaria en la práctica, y las actitudes represivas fueron acrecentando los niveles de descontento, pese al desdén generalizado, producto de una sociedad mediatizada por la prensa amarilla y los medios de comunicación dependientes de las decisiones y del dinero del gobierno. El año de 1998, fue importante en este sentido, porque luego de mucho tiempo de silencio, se realizó una marcha de protesta estudiantil que fue la primera en tres años de convocatoria masiva. El 4 de junio de ese año la represión policial motivó los desbordes estudiantiles. Muchos de los estudiantes que atendieron la convocatoria pasaron a liderar los movimientos en sus universidades. Estuvieron también grupos políticos con poca o sin representatividad en las universidades, como el movimiento “Juventud Popular”, proyecto político del PC del P – Patria Roja, así como el casi desaparecido para entonces Partido Aprista Peruano, el minúsculo “Acción Popular”, entre otros colectivos. Desde entonces las vigilancias se acentuaron en las universidades nacionales, se percibió una intervención ya no uniformada, sino de civil de tipo de inteligencia, en los salones de clases, en los patios, tomando fotos y amedrentando a los estudiantes que motivasen las protestas. Hacia el año siguiente las protestas se fueron incrementando hasta llegar al extremos de marchar casi una vez a la semana. La ruta era casi siempre la misma. Desde la Plaza Dos de Mayo, hasta la Av. Tacna, luego hasta el Museo de Arte, el Palacio de Justicia, Jr. Lampa hasta el Jurado Nacional de Elecciones, para llegar al Congreso de la República o al Palacio de Gobierno, cuando la policía permitía – o cedía a la presión- el avance.
La edición de volantes(6) panfletos, libelos y revistas encontró en aquella época un auge no visto antes en la vida académica. El tenor de todos, casi siempre el mismo: Contra la dictadura, contra el neoliberalismo, exhortando a los estudiantes a sumarse en la justa causa que es la defensa de los derechos civiles y humanos conculcados por el régimen. Sin embargo la confiscación de estas producciones para el sabotaje de las actividades convocadas llegó incluso a asediar a los estudiantes relacionados a su distribución y elaboración. Así se secuestraron estudiantes, esto consistía en la retención en las oficinas de administración de los locales, confiscando el material incautado, fotocopiando los documentos del retenido sin ningún consentimiento, manteniéndolo en esos lugares por la fuerza y amedrentando con la expulsión en el caso de reincidir en los mismos hechos. De este modo se publicaron revistas y fancines, como: “Subserráneo”, de estudiantes de Comunicación Social de la facultad de CC. SS. Cabe decir que esta revista se editó en 1995 y se expresaba en contra de la intervención, aunque con el tiempo adquirió un matiz político. También se editó “Supay, Neo revista para retro ideas” (Lima 1998), de estudiantes de Arqueología y Antropología de la naciente Facultad de Humanidades creada en tiempos de la intervención (en 1997, aunque los primeros ingresantes a esta facultad fueron del año 1998), constituye además la primera revista de la Facultad de Humanidades; “EL Pazquín, Como te de la gana” (1998) de estudiantes de Comunicaciones, estos se conformaron políticamente a favor del cese de las intervenciones gubernamentales que mermaban la autonomía universitaria; además de otras revistas como “Vagazine” de estudiantes de comunicaciones, que también se manifestaron contra las actitudes represivas de la administración intervensionista. En 1999 se publicó las revista “Despertar Histórico”, de estudiantes de Historia de la Facultad de Humanidades. Además se publicaron otras revistas de corte menos político, con un carácter cultural de respuesta a la llamada “cultura amarilla” impulsada por el gobierno neoliberal de Fujimori. Además, se editó al boletín “Psimiente”, de estudiantes de Psicología, marcada por una influencia de cultura alternativa, además de manifiestos contra las políticas económicas de la dictadura neoliberal de facto. Estas revistas y pasquines fueron la antesala de una producción que se fue conformando de contestataria hacia posiciones más cuajadas ,académica y políticamente, que a su vez dieron paso a nuevas producciones luego de la intervención y la recuperación de la autonomía universitaria. Muchas de estas perdieron continuidad hasta la actualidad, algunas, como “Subserráneo” y “Psimiente”se editaron por algún tiempo más, sin embargo la gran mayoría se ha dejado de publicar, excepto la revista “Supay”, que se conformó en “Revista de Humanidades y Ciencias del Hombre”.
Luego de muchos incidentes que y enfrentamientos directos entre estudiantes y autoridades administrativas, se concretó el cese de las comisiones reorganizadoras luego de 8 años de decisiones algunas acertadas al inicio, sin embargo la arbitrariedad extrema y la ausencia de entes reguladores permitieron la imposición de las decisiones frente al descontento que se fue gestando de manera lenta e irreversible. La corrupción generada configuró a las CORE´s como el remedio que fue igual o peor a la enfermedad. La presión al estudiante llevó al extremo de negar totalmente los derechos estudiantiles, llegando a ser requisado como cualquier delincuente común, observado de presentarse como “sospechoso” e incluso seguido, fotografiado y amedrentado, llegando a golpearse estudiantes en los intentos represivos.
La Autonomía a la Fuerza: Crónica de una “Toma” Anunciada.
El día 29 de octubre del 2000, se conmemoraba un aniversario más de la intervención y la instauración de las Comisiones Reorganizadoras. Pese al descontento generalizado, se organizaron una serie de festividades, incluyendo la elección de la “Reina de Belleza”, así como conciertos de música criolla. Pese a las denuncias de primera plana de algunos diarios sobre las onerosas comisiones y envidiables salarios de las autoridades de la CORE, se programó esta serie de celebraciones. El día lunes 30 de octubre el entonces “Rector” William Cajas Bustamante se encontraba en las celebraciones del Paraninfo Universitario, en donde la congresista Gloria Helfer le exhortó de forma espontánea diese una explicación sobre las denuncias sobre las cuantiosas comisiones. El “Rector”, escoltado se retiró del Paraninfo ante las pifias generalizadas de los asistentes, saliendo por la puerta posterior donde se dirigió al patio de estudiantes. En este lugar, las pifias pasaron a los reclamos y los insultos de casi toda la población estudiantil presente en el Patio Central. Llegó incluso a recibir indignantes tachos de basura, por lo que sus guardaespaldas lo llevaron casi arrastrado hacia la puerta de estudiantes, donde se revisaban a todos de que no poseyesen ningún tipo de expresión contra el gobierno ni las autoridades. Al salir se había formado una multitud iniciada por un pequeño grupo de estudiantes que habían convocado a un “contraconcierto” frente a las celebraciones oficialistas, para protestar contra otro año de intervención oscurantista. Este grupo tenía por nombre “Conciencia Estudiantil Villarrealina (CEV)” y estaba regentado por el dirigente estudiantil Imer del Águila, quien había tenido una participación activa en las protestas estudiantiles. En el momento en que el “Rector” huyó hacia la calle, las puertas se cerraron tras de él junto con los guardianes – porteros. En aquel momento comenzó una toma de local como medida de fuerza hasta la expulsión de las Comisiones Reorganizadoras. Luego de varios años de protestas masificadas por las universidades del país, aquella medida fue el epílogo y triunfo de la comunidad estudiantil. En esos mismos instantes, y de manera espontánea, estudiantes del Local Anexo – 8 realizaron similar medida que concluyó ocho días después. En el transcurso de los días se realizaron manifestaciones de solidaridad donde intervinieron estudiantes de las distintas universidades, llegando una delegación de la Universidad del Altiplano en apoyo a la toma, así como estudiantes de la Universidad José Faustino Sánchez Carrión de Huacho. De forma libre acudieron estudiantes de la Universidad San Antonio Abad del Cuzco y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Durante la primera noche, se dio un clima de ligero caos, puesto que la espontaneidad del movimiento no permitió delegar “líderes” o representantes. Sin embargo, en asambleas plenas se logró elegir al dirigente Imer del Águila como Coordinador General, así como representantes de cada facultad. Así, se eligió en la Facultad de Derecho y CC. PP. Al estudiante Carlos Jara, en la Facultad de Ciencias Sociales al estudiante Fernando Suzunaga, en la Facultad de Educación a Rodolfo Cruz y en la Facultad de Humanidades al estudiante Miguel Aguilar. El día jueves 2 de noviembre, el Congreso de la república tenía como punto 9 en la agenda, la discusión del Proyecto de Ley que cesaba el funcionamiento de las CORE´s en 5 universidades nacionales. Debido a la presión de algunos congresistas que habían manifestado solidaridad a la resistencia de los dos locales villarrealinos (sin servicios básicos los primeros días hasta que llegó la presión de los congresistas Gloria Helfer, Luis Iberico, Marcial Ayaipoma y Mercedes Cabanillas), el punto 9 pasó a ser el punto 3 en la agenda de debates. Una marcha de estudiantes villarrealinos apoyó a la presión ya ejercida por los congresistas y la opinión pública. Pese a contratiempos y la presión de que se prolongara la agenda, el proyecto fue aprobado ese mismo día alrededor de la medianoche. La noticia provocó la algarabía de los estudiantes, sin embargo se tomó con calma, puesto que no se podía abandonar el local hasta que la ley sea efectiva promulgada por el Presidente de la República y publicada en el diario oficial “El Peruano”. Los alegatos de que si se dejaba el local se le daba tiempo suficiente a la CORE de arreglar los delitos cometidos y desfalcos además de darle oportunidad de acusar a estudiantes por delitos que no se habrían cometido, y pese a las presiones de la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía a abandonar el local. Sin embargo, y para sorpresa de la mayoría, el domingo 5 de noviembre se publicaba en “El Peruano” la Ley 27366, Ley que Norma el Cese de las Comisiones Reorganizadoras de las Universidades Públicas, dando fin a los 8 años de intervención, dando además algunas medidas transitorias, como consta en la Ley 25798 que dispone a la Asamblea Nacional de Rectores a que designe un Comité Transitorio de Gobierno compuesto por no menos de tres ni más de cinco profesores principales más antiguos quienes se encargarían de la administración de la universidad por 90 días improrrogables, contados a partir de la promulgación (4/11/00), quienes deberían dar las condiciones necesarias para un proceso electoral limpio y transparente.
La 5ta Fiscalía llegó y se entregó el local a las autoridades universitarias frente a un Fiscal de la Nación, constando ningún sólo daño a las instalaciones y recibiendo un local repleto de banderolas y globos. Se embanderó la fachada principal con el lema: “¡Las Universidades son Libres. Ahora le toca al Perú! Bienvenido a tu Casa. UNFV.”
BIBLIOGRAFÍA
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VARGAS LLOSA, Mario.
1984. Historia de Mayta. Alfaguara ediciones. Barcelona, España.
1993 “La Irrealidad de Cambridge”. En: Contra Viento y Marea.
FUENTES DE CIRCULACIÓN NACIONAL:
Diario Oficial “El Peruano”.
Diario “Expreso”
Órgano “Voz Aprista Rebelde”.
(1) “Haya de la Torre, partiendo pues, del análisis marxista de nuestra realidad, llegó a la conclusión acerca de la necesidad de esta etapa histórica (el estado antiimperialista de transición hacia el socialismo), sin la cual no era posible el socialismo” (Roca, Carlos 1989:50. La explicación es nuestra). Es necesario especificar la inclinación izquierdista del ex presidente García dentro de la izquierda del APRA: “Alan García perteneció a la izquierda del partido que vio en el ´viraje´ de Haya de la Torre una inclinación por las posiciones de derecha; de otro modo no se explicaría su voluntad por fundamentar un nuevo proyecto” (Jorge Astete Virhues, 1989:100).
(2) Obras de Luis de la Puente Uceda. Voz Rebelde ediciones. Perú 1980. pp. V.
(3) Op. cit. pp. V.
(4) Con el término “rábano” se hace alusión a los izquierdistas y filomarxistas, que sin embargo “sólo eran rojos por fuera, pero blancos por dentro, como un rábano”.
(5) El mismo Sr. Vergara Arias, luego sería nombrado miembro de la “Comisión de la Verdad” en la Universidad Nacional Federico Villarreal, que investigaría todos los hechos realizados por la CORE desde su intervención hasta su salida en el 2000. Ver Anexos.
(6) Uno de los últimos volantes se puede apreciar en los anexos, convocando a movilizaciones estudiantiles.
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